SOCIEDAD › POR QUE AMANDA HOPKINSON
Tarea de exportación
Por A. G.-Y.
La traducción de la obra literaria de una sociedad o un país debería verse como una forma de acción diplomática. O quizás también, como un producto de exportación. Pero por lo general, la traducción es un oficio mal visto, muchas veces mal pago y más veces aún mal hecho –a juzgar por muchos de los libros publicados en España y América latina– dado que cualquiera con cuatro frases de otro idioma y dos diccionarios se considera habilitado para hacerlo. Quizás eso explique la baja remuneración que atrae y que muchas editoriales consideren que los traductores se consiguen por dos pesos.
Durante muchos años fue la Unesco la que trató de promover la traducción de literatura, concentrando su acción de promoción en los idiomas llamados de menor circulación, que pocas personas fuera de los nativos hablan y leen. Ahora sorprende, aunque quizás no debería, el creciente énfasis que pone la Comunidad Europea en la traducción literaria, como parte integral del imprescindible aprendizaje de sus múltiples idiomas usados en los países miembros.
La tarea de Amanda Hopkinson es un ejemplo del trabajo que sí se puede hacer. Docente, verdadera activista de la literatura latinoamericana en traducción, llegó a su profesión a través de su interés por los derechos humanos en el continente durante los duros años ‘70. En esta entrevista, cuenta con autoridad por qué se traducen tantos mexicanos y brasileños y tan pocos argentinos, la irritación de las editoriales por el vedetismo de algunos, y el concepto de la Casa de la Traducción, equivalente a las casas de la Cultura.