SOCIEDAD

“Es como quitarnos la vida”

Con el fin de los bosques, los pobladores originarios perderán sus fuentes de alimentos, plantas medicinales y materias primas para trabajar. La experiencia de las comunidades aborígenes señala que será la antesala para el aumento de la morbilidad y la mortalidad. “Lastimar la tierra es lastimarnos nosotros, cortar un árbol es como quitarnos nuestra propia vida”, dice Marcelo, maestro wichí en El Impenetrable, a Página/12. A su lado, David, otro wichí que siempre vivió en y del bosque, compara: “Los empresarios y los políticos son como los españoles. Antes nos robaban el oro, hoy el oro es el bosque y también se lo llevan”.
Desde Funam son rotundos: “Los wichí, los quom, los mocovíes y tantos pueblos originarios son los mejores conocedores del bosque seco y pueden ser sus mejores guardianes. Pero claro, ellos no permitirán el desmonte ni la soja. Les están matando las farmacias naturales de los wichí, es un genocidio silencioso”.

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