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“Siempre se habla de manzanas podridas y curas buenos. Con números tan altos de curas paidófilos, habría que empezar a analizar si en lugar de ser excepciones, hay algo más”, consideró Diana Sanz, psicóloga, especialista en maltrato y abuso sexual infantil. El daño para la víctima, aclara, es independiente de quién comete la agresión sexual, pero depende de la frecuencia y el tiempo en el que se produjo el abuso y el tipo de relación. “El abuso se produce desde un lugar de absoluta confianza o poder, sea el padre, un vecino o un religioso, en el que el chico deposita la confianza. El adulto sexualiza el vínculo. Hay un pacto de silencio impuesto por el mayor. Cuanto más chica sea la víctima, mayor es su confusión. Como el avance es muy lento y progresivo, la víctima pierde nitidez de cuándo dejó de ser una relación normal”, explicó Sanz. “Creo que los abusos han ocurrido a lo largo de los años en la Iglesia. Si encontramos ofensores sexuales médicos, profesionales, docentes, gente de muy buen nivel intelectual y de menor formación, pobres y empresarios, gente con trabajo y desocupados, por qué no va a haber sacerdotes.”