Viernes, 24 de agosto de 2007 | Hoy
“Es previsible que, ante una profesora travesti, se produzca en la escuela una fuerte movilización personal: lo que hay que hacer en tal caso es un trabajo institucional, convocado por los directivos de la escuela, que incluya a los padres de los alumnos: en esos encuentros se debería tematizar los temas del derecho a la identidad de género, del derecho al trabajo y de la escuela como espacio universalizante, de inclusión y de respeto por las diferencias”: así lo manifestó Graciela Morgade, actual directora de la Carrera de Ciencias de la Educación de la UBA y especialista en cuestiones de género y educación.
“En el caso particular de las travestis, hay una doble moral grave: por un lado, se las condena si ejercen la prostitución y, por otro, se las excluye sistemáticamente de los lugares regulares de trabajo”, destacó Morgade.
En cuanto a las preocupaciones expresadas por uno de los padres (ver nota principal), “la identidad sexual de un chico no se constituye por identificación con un profesor en particular: la construcción de la identidad de género es mucho más compleja. Por lo demás, también es conveniente que el padre esté en condiciones de aceptar la posibilidad de que su hijo o hija defina una identidad travesti, eso puede pasar”, advirtió la titular de Ciencias de la Educación.
Morgade recordó que “especialmente en Gran Bretaña se hicieron investigaciones sobre la relación de los alumnos con profesores pertenecientes a minorías sexuales, en ese caso homosexuales: y se encontró que, una vez superados los prejuicios iniciales, el vínculo pedagógico se establecía sin mayores inconvenientes. Lo que importa de un profesor es cómo enseña: si es buen docente, se generará un buen vínculo”.
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