INTERNACIONALES › UNA CUMBRE ESPECTACULAR CON POCOS RESULTADOS
Lo que queda del G-8
El G-8 cumple la mitad de los compromisos que anuncia, de acuerdo con un examen de porcentajes de la Universidad de Toronto.
Por Sandro Pozzi *
Desde Savannah
Las cumbres de los líderes de las ocho potencias económicas más importantes del mundo (G-8) se caracterizan por ser un “gran espectáculo” durante el que se esfuerzan por poner en escena unos contenidos con los que pretenden acercarse a la realidad de los ciudadanos. La Universidad de Toronto valora la “artificialidad” de estas reuniones con cifras. El grado de cumplimiento de las políticas que ellos mismos deciden se queda a mitad de camino.
El presidente de Estados Unidos George Bush clausuraba el jueves la cumbre de tres días en la isla paradisíaca de Sea Island con la siguiente afirmación: “ha sido muy productiva”. Bush, que ejercía de anfitrión del evento, dijo que en estos encuentros “es fácil conversar”. “No se está siempre de acuerdo, pero se habla con libertad”, añadió el presidente. Las imágenes hablan por sí solas. Los líderes se llevan de Sea Island como recuerdo fotos paseando por sus playas de arena fina, con la puesta de sol en el horizonte. Por no mencionar la instantánea del nuevo presidente de Irak, Ghazi al Yaoaouar, sentado en un coche eléctrico de golf conducido por el propio Bush y decorado con los colores de la bandera estadounidense.
El presidente francés, Jacques Chirac, se esforzó por hacer ver ante la prensa que en estas reuniones se tratan “cuestiones importantes”. Pero como señala el equipo de investigación de las cumbres del G-8 de la Universidad de Toronto, desplazado a Savannah para seguir la reunión, los resultados prácticos de estas reuniones se quedan a medio camino de lo que se habla. Su último análisis sobre los doce compromisos principales alcanzados hace un año en Evian (Francia) muestra que el grado de cumplimiento de las políticas es del 51 por ciento.
Se da además la circunstancia de que en algunos casos, como en el ámbito del comercio o de la lucha contra la financiación del terrorismo, se están dando pasos atrás. “Los líderes no sólo no cumplen con las prioridades que se fijan, sino que en algunos casos están haciendo exactamente lo opuesto”, afirman. Por países también se observan grandes diferencias. Canadá es el más cumplidor, con una tasa del 83 por ciento, seguido por Francia con el 75 por ciento. EE.UU., Reino Unido y Alemania se sitúan en torno de la media, y Japón se queda en el 42 por ciento. Los peores son Rusia e Italia, con el 33 y el 25 por ciento, respectivamente.
Lo que llama la atención, por ejemplo, es que EE.UU. y Reino Unido, los principales promotores de la lucha contra el terrorismo, tengan una valoración negativa a la hora de poner trabas a la financiación de las redes terroristas. Lo mismo pasa con Alemania, Italia, Japón y Rusia. En el ámbito de la liberalización comercial, uno de los temas fuertes de la cumbre de Sea Island, la administración Bush dio un mal ejemplo, mientras que los otros tampoco hicieron grandes avances.
Donde el G-8 se aplicó durante el último año fue en el ámbito del desarrollo y en el de la lucha contra el sida, con un índice de cumplimiento del 88 por ciento. Y a la hora de adoptar medidas en la lucha contra el terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva, la aplicación de los acuerdos del G-8 es total, según pone de manifiesto el estudio de la Universidad de Toronto presentado durante la cumbre.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.