DESECONOMíAS
¡Gracias, Hadad!
Por Julio Nudler
Esta vez el cronista escribe su deseconomía mientras suena en la radio su danza eslava preferida de Antonin Dvorak. Y el placer musical lo reconcilia momentáneamente con el rostro más torvo del capitalismo local, el de las prebendas logradas por la interesada y corrupta vecindad con el poder político. Pero si Daniel Hadad consiguió arrebatarle a Radio Municipal el histórico y apetecido 710 por gracia del inescrupuloso menemismo, despojando a toda la sociedad, ahora hay que abrir un paréntesis en la justificada inquina y en el reclamo de justicia para decirle ¡Gracias, Hadad! Gracias por Amadeus, la fm del 103.7, consagrada a la música clásica, en sintonía con la onda correspondiente de The New York Times. Amadeus tiene sus estudios en San Isidro y locutores de correctísima pronunciación. Pero la ecuanimidad exige agradecerle también a Marcelo Tinelli por Sinfo, la FM del 93.5, frecuencia en su momento ocupada por Radio Clásica y ahora recuperada para la buena música, si bien en una presentación más liviana y comercial (no irradian conciertos ni sinfonías sino sólo movimientos aislados), mechada con otras expresiones musicales, a veces bien elegidas, a veces no tanto. ¿Qué pasa, será negocio la música clásica? ¿Está volviendo a extenderse entre los ciudadanos con poder de consumo? Hadad y Tinelli suman sus emisoras a dos preexistentes: Clásica Nacional (96.7) y Cultura Musical (100.3) que, a diferencia de Amadeus y Sinfo, incluyen –en especial la primera, que es estatal– programas de mayor elaboración (algunos excelentes, debidos al generoso amateurismo de los devotos de la música; otros algo menos felices), y además no omiten irradiar obras de gran extensión, que pueden durar una hora o varias, nada aptas para un propósito mercantil. En conjunto, cuatro fm de música clásica, con sus más y sus menos, sumando un caudal desacostumbrado. Una de ellas, Cultura Musical, puede incluso captarse por Internet, para disfrutar del impecable Mario Keegan y una muy buena programación. La pena es no ser capaz de escucharlas todas al mismo tiempo. Pero en la economía nunca faltan deseconomías.