INTERNACIONALES › UNA SEMANA DE CRISIS EN EE.UU., EUROPA Y JAPON
El espectro del año ‘29
Esta semana, Europa entró en recesión; Estados Unidos vacila al borde de una deflación y Japón volvió al estancamiento.
Por Claudio Uriarte
Fue la peor semana para la economía internacional desde las crisis de Asia y Rusia, pero nadie puede alegar que no existieron avisos. Alemania, la tercera economía del mundo, entró oficialmente en recesión, después de un trimestre de crecimiento cero, a finales de 2002, y de otro, el primero de este año, de un decrecimiento del 0,2 por ciento. La locomotora alemana lideró el descarrilamiento: Holanda e Italia también se contrajeron. Esta mala noticia no vino sola: a fines de la semana laboral, el Departamento de Comercio de Estados Unidos anunció que la construcción de viviendas había caído en abril un 6,3 por ciento con respecto a marzo, poniendo en entredicho la vitalidad de uno de los pocos sectores donde la economía norteamericana generaba crecimiento. Y en Japón, después de cuatro trimestres consecutivos de crecimiento mínimo, los informes del primer trimestre de este año volvieron a arrojar crecimiento nulo, lo que tuvo que ver en parte con una caída de las exportaciones (que representan un 11 por ciento del PBI), particularmente las de automóviles, a Estados Unidos, y en parte con el virus de la neumonía asiática.
Esta es la clase de situación en que las debilidades de los tres polos de la economía mundial parecen potenciarse a la baja. El euro, por ejemplo, frenó su ascenso contra el dólar después de las malas noticias de Alemania, lo que en teoría es una buena noticia para los exportadores norteamericanos, salvo que la recesión europea y la vuelta de Japón al estancamiento los deja sin muchos clientes a los cuales exportar, y así sucesivamente. El peligro de deflación en Estados Unidos, que había sido consignado el año pasado en esta columna (entre otros lugares), mientras la mayoría de los medios estadounidenses batían el parche del optimismo oficial, es ahora admitido en todas partes, entre ellos la junta directiva de la Reserva Federal estadounidense. Es difícil exagerar las implicancias para la economía mundial de semejante desenlace, que significaría lisa y llanamente la peor crisis de la principal economía del mundo desde la Gran Depresión (que fue, en efecto, una deflación). Combinada con los problemas económicos del resto del planeta, podría arrastrar al resto a una recesión mundial primero, a una deflación mundial después. Y esto en momentos en que la administración Bush se ha desprovisto tanto de tiempo como de dinero para revertir decisivamente la tendencia.