DESECONOMíAS
Rien ne va plus
Por Julio Nudler
Para hacer saltar la banca de un casino, un tahúr con conocimientos de estadística sólo necesita paciencia. Como toda ruleta tiene alguna imperfección física, ésta determina un sesgo en los resultados, que favorecerán a ciertos números o grupos de números. Todo consistirá en descubrir el defecto. Ese fue el método utilizado por el español Gonzalo García-Pelayo: advirtió que las ruletas del Casino Gran Madrid no eran planas del todo, y que ello elevaba la probabilidad de los números 4, 19, 21, 1, 33 y 20. Valiéndose de un programa informático que simuló millones de tiradas, el llamado clan de Los Pelayo se llevó, diez años largos atrás, 200 millones de pesetas de Torrelodones y 27 de Lloret de Mar. Para ello sólo invirtieron 300 mil, más otras tantas pesetas de remanente que Gonzalo –que además es director de cine, apoderado de toreros, matemático, animador radial y productor de cine– había ganado en una compraventa de leones adquiridos en Kenia para una película.
Los casinos se defendieron de estos tecnotahúres prohibiéndoles la entrada, pero el Tribunal Supremo español acaba de fallar a favor de Los Pelayo: “Hubo en aquellos jugadores, sin más, la utilización del ingenio y la aplicación de la técnica informática”, los felicita. La sentencia explica que “no dejó de practicarse con toda regularidad, sin manipulación alguna de la propia ruleta, sin sustituir la elección del número o números a cuyo favor se apuesta después del momento en que ello ya no es permitido, sin influir en momento alguno en el discurrir de la bola y del cilindro, y con sujeción, por tanto, al azar del número en que la bola finalmente se pose”.
Los Pelayo, con abnegado esfuerzo y “por la belleza de viajar ganando dinero a la vez”, llevaron su compleja técnica a otras ruletas del mundo, donde, con tres equipos de cinco integrantes cada uno que apostaban durante doce horas, conseguían ganar hasta 9 por ciento del capital en un día. Todo esto y mucho más lo cuentan en un best seller de Plaza y Janés.