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Domingo, 14 de noviembre de 2004

ERIC TOUSSAINT, PRESIDENTE DEL COMITE PARA LA ANULACION DE LA DEUDA

“Con la quita, la deuda igual será insostenible”

Por Alejandro Bercovich
Argentina pagó entre 1976 y 2000 un total de 212.280 millones de dólares en servicios de la deuda pública, entre amortizaciones e intereses, pero la deuda se incrementó de 7875 a 169.066 millones en el mismo lapso. Esos estremecedores datos son mencionados por el presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, Eric Toussaint, en su libro La Bolsa o la vida. Las finanzas contra los pueblos, que vino a presentar a Buenos Aires invitado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. En una entrevista con Cash, el historiador y economista de la Universidad de Saint-Denis sostuvo que la nueva deuda renegociada este año seguirá siendo impagable, y que el Fondo Monetario no tiene margen para romper con Argentina por el efecto que eso tendría sobre otros países.
En 2001, escribió que Argentina era uno de los eslabones más débiles del endeudamiento mundial. ¿Con el default y la posterior renegociación, la cadena se rompió?
–Para ser realista diría que no se rompió definitivamente la cadena, pero sí que se debilitó de manera muy fuerte, porque el no pago de la deuda a los tenedores de bonos realmente desató una conmoción internacional, y la onda expansiva del default argentino todavía sigue. Hablar de una ruptura sería exagerado, pero sí hay un debilitamiento muy grande del mecanismo de sujeción de los deudores por parte de los acreedores. Argentina también mostró que una posición firme puede desembocar en resultados positivos.
¿Podría servir como ejemplo para otros países?
–Sí, y de hecho el FMI busca un acuerdo con Argentina porque quiere evitar cualquier extensión del ejemplo argentino hacia el resto de los deudores. Ellos flexibilizaron su posición para evitar una ruptura con Argentina. Y eso lo hicieron mirando a otros países, no porque tengan alguna simpatía hacia Argentina.
Usted piensa que los gobiernos de Duhalde y Kirchner negociaron bien.
–No, no es mi opinión. Pienso que mostraron los resultados positivos que se pueden lograr siendo firmes. Pero hubiera sido necesaria una posición todavía más firme. No había que afirmar que la propuesta era la última, sino hacer que lo fuera. El Fondo Monetario y el Banco Mundial no están en condiciones de negar su apoyo a la Argentina. Declarar un cassus belli con el gobierno argentino sería muy peligroso para ellos por el efecto que desataría.
Incluso en sus propias finanzas.
–Claro, porque el peso de Argentina como deudor del FMI y el BM es muy importante. Eso aumentaría la crisis interna en estos organismos. Hay un fuerte debilitamiento del FMI que empezó con el Tequila en 1995 y empeoró mucho con la crisis del sudeste asiático en 1997, y la salida de Michel Camdessus antes del final de su mandato. Después siguió con las crisis de Rusia, Brasil, Argentina y Turquía. Hoy hay países como Tailandia que dicen públicamente que no quieren acuerdos con el FMI y que ponen en tela de juicio el Consenso de Washington.
¿Cree que el gobierno argentino abandonó las pautas del Consenso de Washington?
–No terminó de abandonarlas. Vemos algún aumento del gasto público pero muy controlado, y para el año que viene se anuncia una restricción fiscal mucho mayor.
¿La deuda se va a poder pagar después de la renegociación?
–Si el Gobierno logra lo que está proponiendo, que es una quita real del orden del 60 por ciento, lo que quedará también será insostenible, y por eso no es suficientemente dura la posición. A mediano plazo Argentina va a tener que realizar restricciones que van a llevar de nuevo a la recesión. Pero hay que reconocer que es mejor la posición de Kirchner que la de Lula. De eso no hay dudas. Lo que pasa es que la presión popular que aquí se hizo sentir no se expresa sobre Lula.
Una de las principales banderas del Comité es la doctrina de la deuda “odiosa”, que implica desconocer las deudas contraídas por gobiernos dictatoriales. ¿Cree que a partir de las sucesivas renegociaciones y canjes que hubo se puede seguir identificando qué parte de la deuda es odiosa?
–Las nuevas deudas contraídas para pagar deudas odiosas siguen siendo odiosas. Pero esa doctrina sólo provee argumentos jurídicos para una decisión política unilateral. No hay que pensar que llevando el caso ante una corte internacional se va a declarar nula la deuda. Todo está ligado a una relación de fuerzas concreta.
Algunos países ricos hablan de condonar las deudas de los Estados más pobres del mundo. ¿Cómo evalúa esa idea?
–Lo que ocurre es que Estados Unidos quiere una quita muy fuerte sobre la deuda de Irak, aun cuando Irak no es un país pobre si se ven sus reservas petroleras. Y Estados Unidos dice que la deuda contraída por Saddam es “odiosa”. El propio (secretario del Tesoro) John Snow reivindicó la doctrina de la deuda odiosa en 2003 ante el Capitolio, y su gobierno lo hace como lo hizo a principios del siglo XX para anular la deuda de Cuba con la corona española.

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