La radio, ya se dijo hasta el hartazgo, es un medio que por falta de imagen incita a la imaginación. Aun así, mucha no hace falta para interpretar la escena que propone el último comercial puesto en el aire por la cadena de supermercados Disco. Un muchacho con voz gangosa tratará de llamar la atención de una señorita. En vano. El saca tema de conversación y ella contesta gentil aunque con clara mala disposición. Con este defecto en la voz, a falta de imagen, nos impulsan a que imaginemos a un feo, un perdedor, un corto, un pobre hombre destinado a la soledad o a pagar por compañía. ¿Que qué salto de imaginación justifica la última frase? Ya veremos. A medida que la conversación transcurre se puede oír un líquido que va llenando una copa. Primero una y después otra y otra. A medida que van tomando, la chica se va mostrando más interesada, y más aún, la voz de él ya no suena gangosa, sino varonil, seductora. La chica finalmente pregunta como embelesada (¿o atontada?): ¿De qué signo sos? Dicha frase debe entenderse como prueba cabal de que la presa cayó en la trampa. O él tomó un tónico que lo cambió como en los cuentos de hadas. O como en los cuentos de hadas, el vino que ella fue tomando funcionó como un beso al sapo, terminando de conformar el dicho aquel de que el amor es ciego, aunque agregándole el detalle de que además tiene que estar borracho. La pregunta que se impone es ¿qué tiene que ver todo esto con un supermercado? Disco lo contesta con un remate final donde dice que en Disco encontrás lo que estabas buscando, te llevás lo que querés. Por interpósita botella, ¿lo que este chico buscaba era una mujer, y se la está llevando previo paso por la góndola de un súper? Se podría exclamar ¡qué triste! Pero primero hay que exclamar ¡qué rebuscado!

En fin, en tiempos en que los consumidores se lanzan desaforados para comprar objetos que los vuelvan más jóvenes, más atractivos, más deseables y deseantes, un supermercado tiene poco que hacer en este rubro. La gente busca este tipo de cosas en otros ámbitos es cierto. A lo sumo, una crema o un perfume más barato y tal vez tanto o tan poco efectivo como uno de una línea mayor. Pero la verdad que recurrir al alcohol (¿o le dio de tomar aceite de cocina?) no sólo es bastante miserable sino poco saludable.

En tiempos en que consumidores que son ante todo, eso (consumidores que ante la oferta de una multiplicidad de góndolas pueden tener un orgasmo de marketing), la pregunta es para qué pretender todavía fundar la compra en el engaño, en el modo de engatusar a la dama para llevar a cabo una conquista. Qué pena. Con tantas bellas latas de paté, de arvejas, aceitunas, de tomates, lácteos en todas sus formas imaginables, productos de limpieza coloridos y hasta efectivos, tanta perfumería, verduras, carnes, pastas y dulces tener que seguir vendiendo a la mujer para que alguien se digne a pasar y llenar su changuito.