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Viernes, 12 de marzo de 2010

MONDO FISHION

Clásicos y extravagantes en París

 Por Victoria Lescano

Falda pencil negra con tocado de cardenal plus un traje sastre negro con cadena dorada fueron algunos de los atuendos más cautivantes del diseñador Stefano Pilati para la firma Yves Saint Laurent. La abundancia de siluetas monacales y monocromáticas fue apenas alterada por una reducida colección de vestidos de coctel que, hacia el final de show, viraron al amarillo, fucsia o turquesa. Según reportaron las expertas en París, donde transcurrió otra semana de la moda lista para usar, Pilati negó cualquier asociación con la iconografía religiosa como disparador de la colección. Pero pese a su afirmación, la abundancia de collares con cadenas cual crucifijo, los tocados dignos de Audrey Hepburn en sus films de religiosa en el Africa, y las blusas que emulaban la caída de alguna casulla hicieron imposible seguir a rajatabla sus afirmaciones. Para los puristas del estilo Saint Laurent, del tuxedo para mujer, las camisas transparentes y las saharianas, vale remitirse a la muestra en homenaje al creador próxima a inaugurarse en esa capital de la moda.

Citas a los ’70 y los ’80, siluetas espaciales y apologías de lo doméstico irrumpieron en la extraña colección de Nicholas Ghesquiere para Balenciaga. De su superposición de vestiditos de crochet en tonos pastel contrastados con chaquetas símil armadura en patchworks blancos o abrigos en color plata matizados con apliques de piel. En su arbitraria y por momentos confusa colección Ghesquiere no escatimó prints con rescates y reúso de plásticos, packagings de comida, aplicados a pantalones utilitarios con bolsillos desmontables y una línea de tops y de vestidos. Si bien hablar de reúso y de siluetas innovadoras es políticamente correcto entre las tendencias del diseño, además de necesario, la colección no sorprendió si nos remitimos a que Ghesquiere es uno de los creadores más radicales e innovadores de la nueva camada de modistos remozando ateliers de alta costura. Tuvo dejos de una pasada de estudiantes del Saint Martins o primer año de la UBA o la UP. Pero sus patterns que aquí ironizamos sí fueron celebrados por la crítica parisina.

Los interrogantes acerca de cómo conciliar las necesidades, el deseo femenino y las contradicciones acerca de qué llevar al placard fueron cotejadas por el creador Alber Elbaz, el diseñador Lanvin (quien hace unos meses paseó por Buenos Aires y se llevó piezas vintage de la fabulosa colección de Gil antigüedades, situada en San Telmo). “Las mujeres me piden sastrería masculina aunque argumentan que quieren lucir frágiles, esgrimen que necesitan ropa para el día pero luego gastan en ropa de noche”, argumentó Elbaz sobre sus planteos previos a desarrollar las sesenta pasadas que el 5 de marzo exhibió en el runway de París. Las expertas del New York Times y el Herald Tribune escribieron odas a su colección que finalmente remixó sacos deconstruidos, vestidos con pliegos de piel dignos de una fan de King Kong para ir a una gala y también buenos vestidos de cóctel con asimetrías y togas en color negro. Se complementaron con accesorios en tributo al Africa, ahora que fue galardonado como embajador para Unicef.

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