Viernes, 12 de marzo de 2010 | Hoy
DIEZ PREGUNTAS A SILVIA GERS*
Por Clarisa Ercolano
–Se podría decir que en el vientre de mi madre, ya que ella cantaba todo el día. Tanto es así que mientras estuvo internada, se paseó por todas las habitaciones del hospital cantándole a la gente. Fuera de ello, mi siguiente encuentro fue en mi casa, cuando empecé a escuchar y conocer la música que hacían mis viejos: folklore de las Islas Canarias. Mi papá tocaba la guitarra y mi mamá era solista en el conjunto. A los 6 años yo ya tocaba la bandurria (un instrumento de 12 cuerdas que se toca con púa) y nos presentábamos con el conjunto canario (rondalla, voces y cuerpo de baile) en teatros e instituciones.
–Cuando empecé a interiorizarme de la problemática que vivían las comunidades de los pueblos originarios, formé una agrupación en el ámbito estudiantil dentro del IUNA llamada Wipala. A través de ella armaba charlas en donde nos visitaban representantes de las culturas aymara, mapuche, entre otras, y el eje temático era variable: mujer indígena y sociedad, medicina tradicional, arte... la verdad fue una experiencia hermosa.
La wipala es un símbolo de las culturas andinas, sagrado, utilizado en ceremonias. Identifica el sistema comunitario de los Andes basado en la equidad, igualdad, armonía, solidaridad y reciprocidad. Cada color tiene un significado: el rojo, es el planeta Tierra; el naranja, la sociedad y la cultura; el amarillo, la energía y la fuerza; el blanco, la dialéctica y el tiempo; el verde, la economía; el azul, el espacio cósmico, el infinito; y el violeta, la política.
–Ciertamente, yo venía tocando blues y rock, pero tranqui. Un día me entero de que buscaban una guitarrista mujer en una banda de metal, me comuniqué, y a la semana ya era la primera viola de Las Brujas. Ahí, empecé con todo a escuchar heavy metal y ponerme al día de la forma de sonar. Porque el toque metalero es bien distinto del blues o del rock and roll. No obstante, en el grupo me decían Heidi porque escuchaba de todo.
–Umm... qué difícil. El folklore me encanta y aunque escuchaba algo, lo descubrí a pleno, recién, cuando tuve la dicha de tener como profesor a Juan Falú en el Conservatorio Manuel de Falla. Ese fue un punto de inflexión, un antes y un después. A partir de ese momento, la fusión del folklore y el rock formó parte de mi vida. Pero hoy por hoy podría decirte que dentro de esa fusión, lo que más sintoniza en mí es el folklore.
–Mis primeras escuelas son las que se conocen como de zonas marginales, suelen haber chicos/as con problemas en el seno familiar, y especialmente mucha pobreza. Allí los niños van a la escuela, pero sobre todo van a desayunar y comer algo. Fue una experiencia que me enriqueció como persona. Me hizo “mirar”, “ver” lo que sucedía a mi alrededor, comprender, pero también fue muy doloroso. Aunque mis recuerdos están llenos de sonrisas, de chicos que parecían olvidarse de los problemas que tenían en sus casas cuando cantábamos o hacíamos música con latas, tachos, vasitos de plásticos, con lo que se pudiera.
–Me hago eco de las problemáticas que padecen cientos de voces silenciadas por el miedo. Para mí significa poder ser una misma sin compararnos con las virtudes de los hombres. Es decir, cuando estaba en Las Brujas, se me acercaba el público con mucha euforia y me decía: “Qué bien tocás la viola, tocás como un hombre, qué grosa”. Es decir que el parámetro de talento, virtuosismo, o como quieras llamarle, es el hombre. No podían decirme “Qué bien tocás la viola”, sin compararme con ellos.
Porque, en general, cuando te felicitan por cómo cantas no te dicen “Cantás tan bien como un hombre”. En fin...
–El disco fue compuesto en su totalidad en España, cuando cargué mis guitarras, mi ampli y una valija y me fui a la deriva a mostrar mi música al Viejo Continente. Allí tomé conciencia de los casos de femicidios que salían a la luz todos los días. Eso me pegó mucho. No entendía nada.
A partir de esto compuse la canción “Sin trato”, en homenaje a todas las víctimas de violencia y abuso. Ya sabía que este disco sería muy especial para mí. Cuando escribí “Buenos Aires mi condena”, una canción con aire a tango, sentía que teniendo el mar azulado frente a mí yo extrañaba horrores mi río marrón; también allí compuse un chamamé para los/as cartoner@s que grabé, finalmente, junto a Teresa Parodi; en fin... este disco está lleno de emociones auténticas, de mis nostalgias, mis dolores, mis ideales, y mis amoríos.
–Ese afiche pertenece a una campaña publicitaria que realizó en España a finales de los ‘90 la Federación de Mujeres Progresistas. Me pareció muy interesante y extremadamente claro el mensaje, ya que “hostia” tiene un doble significado: por un lado es el cachetazo, y por el otro es lo más, lo mejor. Por eso la ironía de que el amor no es la hostia. Y que al primer golpe, o señal de violencia (psicológica, verbal, económica, de humillación, de destrato sexual) hay que realizar la denuncia y no permitir que se repita. Porque casi siempre, y dejo el casi solo por tener un voto de inocencia, se repite.
–Siento que somos muchas mujeres dedicadas al arte, pero el espacio solo es el que vamos ganando día a día. Es decir, en general veo muchos varones artistas sobre el escenario, y pocas mujeres. Pero, ¡¿por qué?! ¡Si conozco tremendas artistas! Estoy casi convencida de que hay cuestiones de marketing. El hombre les vende a las chicas la remera con su nombre, la foto, el afiche firmado, en fin... creo que consumen más. También se les exige menos.
–La noche es un gran momento, porque la soledad y su silencio son tu única compañía. Los momentos de tristeza, desamor, también son una gran fuente de inspiración. Pero en general, en lo cotidiano me fluye mucha música. Por ejemplo, cuando viajo en colectivo. Casi siempre me vienen melodías, que después terminan siendo una canción.
(*) Silvia Gers es cantante y compositora. Formó parte de la primera banda de heavy metal de mujeres de la Argentina, Las Brujas. Compartió escenario con León Gieco, Vox Dei y Teresa Parodi. Por su actividad comprometida con el género participó no solo de varios Encuentros Nacionales de Mujeres, sino también compartió su música con las mujeres privadas de libertad en la cárcel de Los Hornos –La Plata– y en conciertos para las Madres de Plaza de Mayo. Tiene su propia productora y acaba de iniciar sus ciclos de recitales, el pasado viernes. La agenda completa puede verse en www.silviagers.com.ar
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