Viernes, 27 de agosto de 2010 | Hoy
RESISTENCIAS
El 2010 es el Año Internacional de la Juventud. En contra de la demonización de la que suelen ser objeto los y las jóvenes, Naciones Unidas pide que se escuchen sus voces, que se aliente su liderazgo y, especialmente, que se hagan planes para terminar con la violencia de género y los embarazos precoces entre las adolescentes.
Por Luciana Peker
Las chicas/os se emborrachan. Los chicos/as cortan calles para pedir que haya gas en las escuelas. Ellos y ellas no sufren la exclusión de un país que les corta el proyecto de vida. Ni tienen derecho a reclamar por su proyecto de vida, que empieza en una escuela digna. Son estigmatizados si bajan los brazos para hacer los deberes y condenados si los levantan para pedir por sus derechos. Al menos, en la mirada mediática actual que demoniza a los adolescentes.
Sin embargo, a contramano de la estigmatización que los medios y gran parte de la sociedad actual ejercen contra los y las adolescentes, el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) promueve la participación y el liderazgo de los y las jóvenes, la educación para la vida cotidiana, el acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva, la prevención y el tratamiento del VIH, la atención y el apoyo a los jóvenes, el empoderamiento a las mujeres jóvenes y, en particular, a las chicas adolescentes para prevenir la violencia de género.
En México se realiza la Conferencia Mundial de la Juventud –en el Año Internacional de la Juventud–, que concluye hoy, viernes 27 de agosto, en el que se convoca a la opinión pública y a los Estados a dejar de condenar a los chicos y chicas y ocuparse de ellos. Pero no sólo desde una mirada adulta, sino escuchando las voces y los pedidos de los y las adolescentes para responder a sus inquietudes (y no a los modelos sociales de lo que se espera de ellos y ellas). Lo mismo que pasa en las familias pasa en la política real: hay que sentarse a hablar (no a sermonear), según recomienda Naciones Unidas, con el objetivo de hacer una alianza intergeneracional.
En la cumbre de la juventud los gobiernos, legisladores, organizaciones civiles y jóvenes de 192 países, plantearon los principales problemas que enfrenta la juventud y las acciones para resolver la pobreza, la exclusión, el desempleo, la educación, la tecnología (el encuentro se puede seguir en Facebook, Flickr, YouTube y Twitter), la salud, la equidad de género, la seguridad, la justicia social, los derechos humanos, el desarrollo sustentable, la migración internacional, la participación ciudadana y la incidencia y asociación global y cooperación. La ONU reconoce que el crecimiento de las naciones depende en buena medida de las oportunidades que se abran a la población joven y del fortalecimiento de sus capacidades.
En Argentina también –aunque tenga menos repercusión que las previas a los bailes o los cortes de calle en donde un patovica del programa 100% lucha se pelea con los alumnos– muchos jóvenes arman redes para llegar a sus pares. Por ejemplo, la Red Nacional de Jóvenes y Adolescentes para la Salud Sexual y Reproductiva –RedNac– trabaja, en todo el país, en la promoción, sensibilización y difusión de sus derechos, cómo cuidarse del VIH/sida y demás infecciones de transmisión sexual, el acceso a los servicios de salud, la prevención de violencias y abusos sexuales, entre otros temas. Las estrategias no siempre son las convencionales: hay desde cine debate, hasta programas radiales, pintadas, entregas de preservativos y encuentros nacionales. “Uno cree que sabe, pero otro joven te muestra que siempre hay más para saber. Entre iguales se genera un marco de confianza”, cuenta, por ejemplo, Hugo, de 26 años, desde Salta.
Los chicos/as rescatan hablar en el mismo idioma y no escuchar bajadas de línea de adultos que no viven sus deseos y problemas. “La ventaja de trabajar en salud sexual y reproductiva de joven a joven claramente es que estamos en la misma, te entendés con el otro, es como algo más personal, no es la potestad imponiendo ‘qué tenés que hacer’”, puntualiza Nicolás, de 20 años, e integrante de la organización Ser Joven, de Villa Allende, Córdoba. Su vecina y compañera de organización, Consuelo puntualiza la gran deuda pendiente con los y las adolescentes argentinos: “Mi mayor demanda es que se efectivice la Ley de Educación Sexual Integral en los colegios”.
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