Viernes, 27 de agosto de 2010 | Hoy
FOTOGRAFíA
Por Dolores Curia
Sin dudas el registro de los rituales de la vida cotidiana se ha convertido en leimotiv contemporáneo. Tanto en los medios masivos como en el arte se insiste con exponer la vida privada. Los formatos son variopintos y van desde el biodrama (en el teatro) hasta los realityshows televisivos, pasando por el auge de la literatura en primera persona del autor y el periodismo de corte testimonial. En esta tendencia se inscribe ya desde el título “Mis palabras y mis cosas”, la muestra fotográfica (y segunda exposición individual) de Lisa Giménez, inaugurada recientemente en la galería Bisagra. En ella, Giménez dibuja un recorrido autobiográfico. Hace foco en un momento concreto de su vida –su infancia– y en una iconografía doméstica, lo que da como resultado una serie de instantáneas ligadas al recuerdo y a la pérdida.
La propuesta es especialmente apta para nostálgicos y amantes del revival. Algunos de los objetos documentados conforman un marco de época y referencias para aquellos que hayan sido niños en los ’70. Otros elementos son más personales, entre los que se cuentan: un juguete legendario de la artista, una carta que su mamá le escribió cuando tenía apenas un año de vida, el primer diente de leche en caer, y así. La obra que funcionó como puntapié para toda la muestra se llama “Genético” y es un retrato en tamaño real de su padre donde quien está ausente es, paradójicamente, el padre. “Genético es un homenaje a una obra con ese nombre que había hecho mi papá (Mario Giménez) en el ’73. Aparecen elementos que están hablando de él, sus gustos, etc. Cada uno de ellos simboliza una característica que creo que yo heredé, quizás, genéticamente. Él también era fotógrafo. Esa cámara que está ahí es una Nikon que él usaba para trabajar y que más tarde fue mi primer cámara.”, explica la artista.
Lisa Giménez, con título de publicista bajo el brazo, se volcó hacia la fotografía creativa no hace muchos años. Entonces, decidió estudiar con Andy Goldstein y Aldo Bressi. También se interesó por la teoría, lo que la llevó a realizar clínicas y análisis de obra con críticas y curadoras de renombre como Patricia Hakim, Valeria González y Fabiana Barreda. La propuesta de Lisa es (y ha sido siempre) intimista. Enemiga de la pompa, Giménez parte del detalle, con un registro hogareño, para delinear su geografía familiar y personal. Le interesa dejar al descubierto los diferentes vínculos que establecemos con los mismos objetos a lo largo de la vida y con los relatos que de ellos se desprenden. “Todas estas historias que acompañan las imágenes son apropiadas. La mayoría de las veces son cosas que obviamente no puedo recordar, sino que me contaron. Son incomprobables pero tampoco me importa porque son lo que quiero creer de lo que me contaron”, señala muy lúcidamente Lisa, reconociendo en su Leyenda ese dejo de literaturidad que puebla todas las historias de vida. Esos cuentos que se tejen en las sobremesas y que tías y abuelas se encargan de legar de generación en generación. A través del teléfono descompuesto, las exageraciones y los datos de color van tomando forma esas historias, sedimentándose desde tiempos remotos. Poco interesa comprobar la veracidad de cada una ya que no dejarán de ser por eso cimientos de nuestra identidad.
Lisa habla de la familia, de sus años mozos y de la formación de la personalidad a través de los recuerdos pero ninguna persona de carne y hueso puede verse en las fotografías. Sin embargo, se hacen presentes en ellas por la negativa: “Yo trabajo poco con personas. Siempre hay grandes ausencias en mis fotos. Hay algo que estuvo, que dejó una marca pero que ya no está más. La ausencia es un tema importante en mi obra”.¤
Mis palabras y mis cosas podrá verse hasta el 28 de agosto en Bisagra Arte Contemporáneo (Bonpland 1565, Palermo Hollywood), de lunes a viernes de 15 a 20 y sábados de 11 a 14.
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