Viernes, 1 de marzo de 2013 | Hoy
EN CONSTRUCCION
Por Flor Monfort
Profesión: instructora de yoga y docente de Filosofía del arte y cultura de la India.
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facebook.com/casa.tandra
–Mi proyecto es Tandra Yoga. Tandra es una palabra sánscrita que significa mundo del ensueño, no implica sólo un lugar, es un desplazamiento de la conciencia, una apertura. El yoga es una herramienta para ampliar nuestra mirada, es un proceso de conocimiento para percibir la unidad en la diversidad de la vida. Por eso, no necesitamos investirnos de una cultura lejana (suplantar unos dioses por otros) sino tejer continuidades entre nuestra realidad y esta antigua sabiduría. El método de Tandra Yoga ofrece una práctica integral que combina tres escuelas clásicas de yoga: Ashtanga, Iyengar y Hatha. Además, como estudio y enseño temas ligados a la filosofía, antropología, arte y religión, las clases involucran aspectos mitológicos y simbólicos.
No creo en la división entre la teoría y la práctica (no se trata de ser eruditos ni gimnastas); en realidad, lo que hacemos es darles coherencia a ciertas ideas en la acción y el pensamiento.
Las clases son parte del sistema Casa Tandra. Le decimos “casa” pero en realidad no es un espacio concreto, es un sitio (más bien virtual) que tiene presencia en distintos lugares, por ahora en Capital Federal y Buenos Aires. Junto a las clases de yoga se proponen otras actividades como seminarios de literatura y filosofía, consultas de tarot, muestras de fotografía, celebraciones, música en vivo y ciclos de cine.
–Pasa por la integración, construir puentes entre distintas disciplinas. Esto va más allá de un ejercicio intelectual, tiene una utilidad práctica relacionada con cómo nos posicionamos en el mundo. Porque generalmente vivimos ensayando diversos roles que parecen no tener asociación, en un mundo que también se presenta dividido. Buscamos así las interconexiones entre sabiduría y cuerpo. Esto nos lleva a relacionarnos de otra manera con el conocimiento, no solamente como información que –a modo de archivo– se nos “añade”. Es posible apropiarse de las tradiciones filosóficas y el arte a partir de un proceso de introspección. Esto implica estar presentes en el cuerpo, habitarlo. No como si fuera algo obvio que apareció de la nada. El cuerpo no es evidente, es parte de una gran historia que supera nuestra individualidad. Proponemos explorarlo y abrir sus posibilidades a partir de la meditación. Esta práctica con frecuencia está asociada a permanecer en un lugar aislado y silencioso con los ojos cerrados. Pero va mucho más allá, también meditamos con los sentidos bien abiertos a través de posturas, imágenes y sonidos. Este proceso es simultáneamente una vía de descubrimiento y sanación.
–Descubrir el cuerpo a través del movimiento, la filosofía y los símbolos.
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