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Perros consentidos tratados como si fueran los niños de la casa, gatos hedonistas que duermen tapados y apoyados en la almohada, pero también conejos o hasta una pareja de tortugas llamadas Eros y Afrodita, definidas por su dueña como “silenciosas, abstractas e independientes”, son los protagonistas excluyentes de estos fabulosos retratos que Verónica Gómez (Buenos Aires, 1978) viene realizando por encargo desde 2009. Mascotas que conjugan en el vínculo que establecen con sus dueños un universo con sus reglas propias, con sus formas de acercamiento y alejamiento de lo humano y lo doméstico, y que expresan también las formas del afecto y la compañía que muchos adultos necesitan para sentirse menos solos. “Los animales ya venían apareciendo en mis dibujos, pinturas e instalaciones; a veces como objeto de estudio dentro de una ficción institucional, como por ejemplo en la muestra que se llamó ‘El conejo, estudios preliminares. Laboratorios Baigorria SA’, que hice en la Galería Appetite en 2006. También había abordado la dimensión servicial del animal en una instalación que hice en el mismo año en el Correo Central y que consistía en un Servicio de Palomas Mensajeras. Tenía además una gran cantidad de dibujos donde los animales encarnaban emociones humanas, muchas veces melodramáticas, casi siempre muy cercanas a la fábula”, dice Gómez, que lleva adelante esta iniciativa en paralelo al resto de su obra visual, por la que ya recibió varios premios y becas, al tiempo que coordina Vergel, un proyecto artístico de trabajo con niños en el Hospital Ricardo Gutiérrez.

El Servicio de Retrato de Mascotas se presenta como “una exploración estética de la personalidad de tu mascota” y consiste, además de la entrega de un cuadro, en una entrevista de Verónica con el dueño o la dueña en su casa para conocer el entorno físico y anímico del animal y proveerle a la artista de un anecdotario y una serie de detalles del tipo de relación que establecen. Con fotografías tomadas allí y la grabación de esa entrevista, Gómez trabaja el retrato en su taller, y al finalizarlo sube la foto a su web acompañada de un bello texto, un breve perfil que habla de lo que le transmitieron y que contextualiza la imagen sumando una dimensión más que convierte a la mascota en personaje. Convertida en espectadora privilegiada de una intimidad ajena, de un mundo muchas veces conmovedor y cotidiano que se teje entre la comunicación verbal y no verbal que establecemos con los animales, Verónica agrega: “Los vínculos tienen muchísimos matices. A veces se presentan muy nítidos, pero debajo de eso hay contradicciones, excepciones, ambivalencias y por sobre todo misterios. Te topás con lugares comunes del tipo ‘las mascotas se parecen a sus dueños’ y esa obviedad no deja de ser cierta en muchos casos, pero también es al revés: los dueños se parecen a sus mascotas, y se van moldeando mutuamente en la convivencia”. Sus cuadros, pintados al óleo y muy coloridos, llaman poderosamente la atención porque captan la expresividad animal de forma natural, develando el carácter y la postura corporal de la mascota, pero también porque parecen preguntarse sobre las formas del afecto y lo domesticable. Si bien los protagonistas son en su mayoría perros y gatos que nos miran desde el cuadro, los fondos tienen mucha importancia porque en ellos se pone en órbita su entorno. Así, en el retrato de Rita, la perra de la fotógrafa Guadalupe Gaona y el escritor Fabián Casas, por ejemplo, se ve también un escudo de San Lorenzo y una tostadora eléctrica, porque parece que la perra le tiene un miedo feroz a este artefacto.

Entre la responsabilidad de cuidarlos y la certeza de que en algún momento no estarán más, estos retratos son una buena forma de evocar la presencia de esos seres que nos acompañan y transforman.

Para ver o encargar retratos visitar:
retratosdemascotas.com.ar
veronicagomez.com.ar