Viernes, 3 de enero de 2014 | Hoy
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Cuatro mujeres y la relación que sostienen con la anorexia y la bulimia es el tema del documental dirigido por Alejandra Martín El diario de Ana y Mía.
Por Rosario Bléfari
Con la generalización del uso de Internet surgieron diarios colectivos en forma de blogs que reúnen a quienes comparten un estilo de vida o algún interés más o menos secreto. La posibilidad de mantener el anonimato les otorgó desde el comienzo a sus participantes el permiso, y la urgencia de la escritura instantánea apuró el lenguaje –multiplicado en decenas de modos–, incluyendo la omisión de reglas ortográficas o sintácticas para la construcción de un habla escrita rápida y con cierta codificación. Así nacen y se multiplican textos desde hace años, transportando modos y contenidos que escapan al control de los medios tradicionales. El fenómeno se diversificó y se hizo más específico. La película de Alejandra Martín enfoca este particular tipo de intercambio virtual y algunas de las mujeres de carne y hueso que recurren a él. Ana y Mía, que no son otras que la anorexia y la bulimia personificadas como princesas, es uno de esos diarios con todo un imaginario que incluye ilustraciones y un lenguaje compartido. Progresivamente vamos accediendo a las particularidades de cuatro de estas mujeres tanto en lo cotidiano como en las reflexiones que hacen ante la cámara, al mismo tiempo que escriben en el diario colectivo. “Esto no es un juego” o “no queremos incitar a nadie a ser algo que no es”, advierte el sitio, autocalificado pro Ana y pro Mía, y aleja también a posibles “guanabis” o “wannabes”, término peyorativo para designar a quienes se acercan con la idea de consultar a las “princesas” para adelgazar. “Juro que no soy wannabe”, se presentan muchas. A las que quieren ser como las princesas les recomiendan: “Mejor vayan a un nutricionista”. Las mujeres de la película no son “guanabis”, son auténticas Ana y Mía (se puede ser una o la otra o ser las dos o ser por un tiempo una y luego la otra). Soñadoras angustiadas, que se sienten solas o incomprendidas y llevan una vida delante de quienes ignoran sus secretas ideas de alcanzar la perfección y del dolor como indicador de vida. “Mi mamá lo que quiere es que estudie algo común y que sea normal.” Saben todas qué es lo que se espera de ellas, pero quieren más y parecen dispuestas a alcanzarlo por vías inusitadas. La delgadez y el dolor físico se vuelven cultos. El documental no juzga ni pretende armar un “informe” consultando a especialistas pero sí les permite a estas mujeres explicarse, contarnos qué las lleva por ese camino y qué tipo de comprensión anhelan. ¿Quieren ayuda? ¿Quieren que les repitan que no importa la apariencia, que son lindas, que se arruinan la salud? Pareciera que no.
¿Por qué princesas? Alejandra Martín las sigue con una mirada serena pero a la vez el resultado es inquietante. Una serie de preguntas, una prolongación del mundo de los blogs al mundo del cine y el estallido de más preguntas, dejando atrás los trastornos alimentarios o la depresión en términos médicos o psicológicos, incluso el análisis de la imposición de una imagen femenina determinada por la publicidad y las pasarelas. Tal vez, sobrevuela las consecuencias profundas que estallan aquí y allá del cóctel indigerible que es el desagüe de todo lo que se recibe diariamente sin filtro: la soledad humana, el ansia por escapar del cuerpo, la necesidad de sentir intensamente para saberse vivo, la mirada que desprecia lo cotidiano y lo real porque está muy lejos de los anhelos sosteniendo un inconformismo individual y doloroso. Lo primero que leemos al entrar al blog es la famosa “quod me nutrit me destruit” ¿Quién podría tirar la primera piedra, la de la acusación por confusión, por estupidez, por contradicción? Nada nos es completamente ajeno si le sucede a alguien y siempre se necesita una roca donde escribir y sostener a voces lo que para otros es absurdo, incomprensible o pecaminoso.
Espacio Gaumont Av. Rivadavia 1635 / Tel. 4371-3050 / Horario: 15.15 y 21. 25
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