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Aunque Ud. los haya confundido con dibujos animados o con muñequitos ídem, nos vemos en la obligación de avisarle que los dos señores dinosaurios que se trenzaron en charla de viejos amigos el fin de semana en la tele no eran lo que Ud. pensó, sino dos muertos vivos hechos y derechos (sobre todo derechos) protagonizando el gran chiste gran de la oleada conservadora. Y aunque ellos intentaron engañar a todo el mundo con el tono solemne que imaginan propio de los pensadores, una encuesta casera demuestra que falta mucho para que se extingan las risas de quienes los vieron. Aunque en el fondo, ahora que lo pensamos y por más Marx diciendo eso de la versión original como tragedia y la remake como farsa, el chiste nos da un poco de pena. Dos abuelos, habráse visto, obligados a poner las caripelas en la pantalla para andar diciendo las cosas que dijeron, pst, qué vergüenza. ¿Qué ya no hay respeto para los pobres ancianos que deberían estar jubilados y tener derecho a sus pastillitas? ¿O habrán tomado la pastilla equivocada, es decir, la de siempre? Hm...