Reina Torres
› Por Roxana Sandá
“¡Bolivianos de mierda!” El coro tenebroso de la policía bonaerense se escucha hace semanas en los barrios del conurbano que habitan las comunidades migrantes pero se convirtió en estruendo el martes 23, cuando las topadoras demolieron las viviendas del barrio Pasaje Los Italianos, en Ciudad Evita, y la fuerza se dedicó a reprimir con balas de gomas y palazos a mujeres y jóvenes. “La gente no quería dejar sus casas y supimos que se la llevaban detenida a la rastra y de los pelos”, describe Reina Torres una postal que tuvo su réplica más cercana el 29 de enero, cuando gendarmes atacaron a balazos la murga Los Auténticos Reyes del Ritmo, en el Bajo Flores, y dejaron un saldo de 11 heridos, la mayoría niñas y niños. “Estamos viviendo un retroceso que delata focos de discriminación profunda hacia la población migrante, y esta escalada punitiva contra los sectores vulnerables nos devuelve a los años más oscuros de muerte y xenofobia. ¿De qué política transversal de derechos humanos me hablan?” En Quilmes, el Centro Integral de la Mujer Marcelina Meneses (CIMM) que ella preside, es un espacio que alimenta y atesora esos derechos. Pero también es un homenaje hecho acción para la mujer que en enero de 2001 fue arrojada con su bebé de 10 meses a las vías desde un tren en movimiento, “en manos del odio y la desidia”, lamenta Reina, que hizo del reclamo de justicia por el asesinato de la que había sido su cuñada una militancia transmitida en cursos, en asistencia social y jurídica, en talleres de salud sexual y reproductiva, de género, derechos humanos y diversidad. La asunción presidencial de Mauricio Macri, el 10 de diciembre, y la declaración de emergencia en seguridad, incrementó los niveles de violencia a través de operativos policiales contra barrios pobres que buena parte de la sociedad celebra. “La comunidad boliviana aporta a la cadena de consumo; deberían entender que todxs nxs necesitamos”, y que los gestos esperados sigan siendo políticas institucionales urgentes de asistencia y contención a niñas, adolescentes y mujeres, y capacitación a profesionales en violencia doméstica y salud sexual y reproductiva, con anclaje intercultural. “Pese a los insumos disponibles en el conurbano o en Ciudad de Buenos Aires, falta una comunicación eficiente y voluntad de atención que llevan a las mujeres hacia un total desconocimiento de los métodos anticionceptivos, de los tests de embarazo, de la importancia que tienen los controles ginecológicos periódicos o prenatales. En el Hospital Municipal de Oncología María Curie nos dijeron que la mayoría de mujeres que morían de cáncer de útero por llegar tarde a la atención eran migrantes bolivianas.” Remarca que exigirán a los municipios el cumplimiento de los programas provinciales y nacionales, para que ninguna llegue a un hospital o a centros asistenciales y deba volver a su casa porque no la entienden o priorizan a argentinxs. “En Quilmes funciona La Casita, un refugio para mujeres que sufren violencia intrafamiliar. Por temas culturales, cuando va una boliviana o una paraguaya no saben cómo tratarlas o ni las entienden y las derivan. Por supuesto que eso las desalienta y vuelven a casa con el agresor. Por eso junto con agrupaciones de la comunidad y organismos como el Cels y la Comisión Argentina para los Refugiados y Migrantes (Caref) pediremos audiencias con autoridades de Salud, Justicia y Derechos Humanos de la provincia para solicitar que se implementen nuevos modelos de atención a las mujeres de esta franja y se abran refugios específicos atendidos por personal migrante capacitado.” De las principales zonas de asentamiento como Liniers, Villa Celina, La Plata, Ezpeleta, Berazategui y Florencio Varela, surge que la mayoría de las mujeres se encuentran lejos de sus familias o a merced de una pareja maltratadora. “Muchas saben que tienen que denunciar, pero no lo hacen porque están solas.” No hay empoderamiento sin estrategia, resume, y en esta coyuntura urge el armado de redes “con orgas” de derechos humanos, con universidades compañeras del conurbano y con paisanxs organizadxs. “Formaremos mesas para articular, tener presencia y así resistirle a un autoritarismo que se hace el simpático pero que nos va poniendo la pata sobre los derechos de las mujeres.”
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