Viernes, 15 de julio de 2005 | Hoy
ANTICIPO
El juez Salvatierra quiso saber cómo había logrado Pancha ingresar en el cuarto de la enferma por el techo, a pesar de sus pies engrillados, y cómo habían conseguido ambas mujeres liberarse de sus ligaduras y recorrer las dieciocho leguas que separaban a la ciudad de Las Barrancas dos veces en la misma noche. En términos similares se le exigieron precisiones a Pancha, pero una vez más, ya contaba el juez con la base provista por las declaraciones de Lorenza para construir su interrogatorio.
Sin duda alguna, Salvatierra estaba ahora sugiriendo las respuestas, que forzosamente ya no podrían circunscribirse al plano de lo natural. Con seguridad, el episodio traía a su memoria la imagen de los vuelos nocturnos que las acólitas del Demonio realizaban para trasladarse a sus aquelarres. En este sentido, puede pensarse que tanto Lorenza como Pancha cumplieron sus expectativas: la primera reconoció ser liberada de prisión por su cómplice, quien “la llevó a las Barrancas y de allí volvieron a esta Ciudad, que las condujo el demonio”; la segunda fue más allá, atinando a decir a Lorenza que “sintió que volaba según el ruido que hizo”.
Tal vez creyeron los jueces que, si volando se dirigían las brujas hispanas al aquelarre, de la misma manera habrían de hacerlo estas mujeres para concurrir a las salamancas del monte. Y la situada en las cercanías de Tuama era sólo una entre muchas. En las preguntas que siguieron, las actividades que tenían lugar en aquel mágico espacio ocuparían el centro de la escena. Pero si hasta ese momento las reas se habían limitado a hacerse cargo de las acusaciones y a verbalizar las sugerencias del alcalde ordinario, en las descripciones de las salamancas creemos reconocer nítidamente una dimensión nueva y oculta del mundo de Lorenza y de los habitantes del pueblo de indios. Ya no hay respuestas dictadas; la desesperación que tiñe las declaraciones de la india nos allana, no obstante, el camino hacia su refugio mágico.
El juez Salvatierra le preguntó a Lorenza por su fuga de la cárcel y terminó orientando su respuesta hacia el vuelo nocturno. La india le confirmó que, en efecto, aquella noche
... vino Pancha de la prisión en que estaban y sacó a ésta de la suya y la llevó a las barrancas y de allí volvieron a esta Ciudad, que las condujo el Demonio y que fueron a llamar a sus compañeras para matar a ésta y que fueron a buscar a Marcos Azuela y a la hija de la Pancha, llamada Josepha, que estaba en Tuama, para que entre éstos matasen a María Antonia y asimesmo fueron a buscar a Gabriela, mujer de Chucico, y le hablaron, y a dos sobrinas del Alcalde Joseph Martínez, la una llamada Olalla y la otra Juliana, y otra Luci y que todas éstas dentraron a la salamanca y concertaron allí el hacer daño a todos los que pudiesen y todos éstos que lleva nominados son hechiceros.
Esa primera salamanca situada cerca de Tuama, a la que concurren Lorenza y Pancha con su numerosa comitiva
... se llama Brea Pampa, que tiene un jarillar o monte espeso y que hablan con un hombre que parece español, muy feo y con la cara muy peluda, y que éste les enseña que con tierra o hormiga y otra cualquiera cosa que les pida les dará para que maten o hagan daño.
Sin embargo, cuando un día después Lorenza ratificó su declaración, negó haber participado junto a aquellos hechiceros (y vecinos suyos) en la salamanca de Brea Pampa. Sólo Pancha la habría visitado, afirmó. En cambio, confesó haber frecuentado una segunda salamanca en el pasado, aquélla donde había aprendido el arte. Se trataba de la situada en Ambargasta, no casualmente el paraje donde su encomendero tenía una estancia que, por cierto, habría de ser una especie de segunda residencia para los indios de la encomienda de Tuama. Sostuvo entonces Lorenza que
... en otra salamanca aprendió, en el paraje de Ambargasta, en una quebradita que está en una Aguadita junto de ella (...) y que la Enseñó un mestizo llamado Juan Joseph Vivas, y en esa ocasión dentró un hijo de éste llamado Joseph Vivas, y que entonces vinieron dos vestidos a lo español, muy grandes eran los Demonios, y dos Chivatos, los que eran de color, el uno pardo y el otro negro, los cuales hablaron con Juan Joseph Vivas y le dijo a esta Declarante que (...) la llevaban para Aprender el Arte, y que a Juan Joseph Vivas le dieron los dos Demonios cabellos en un papelón y Vivas se los dio a esta Declarante para que con ellos matase y que de estos cabellos le dio a su tía para que muriese, los que dio en Agua, y lo restante de los Cabellos que quedaron quiso echar y el dho Vivas le dijo que no los echase, que se los diese para dárselos a su Dueño, los que esta Declarante se los entregó, que eran de color pardo.
Por último, la imagen de la tercera salamanca es aportada por Pancha. Por desmayarse apenas la preparaban para el tormento, Pancha efectuó casitodas las declaraciones sin ser sometida a estas crueles prácticas. En un principio, la india refutó las afirmaciones de Lorenza, negando su participación en la salamanca de Brea Pampa, de la cual, por otra parte, decía ignorar la existencia. No obstante, sí habría asistido a la que se encontraba en el paraje de Los Sauces, en Tucumán.
... a un lado en un montecito donde está un rincón, que es en la jurisdicción del Tucumán, y que habrá el término de seis años, según ella regula, que aprendió en dha Salamanca, la que está media legua adelante de la estancia de Pascual Días, y que esto aprendió con la ocasión de ir a comprar maíz y que viendo iba mucha gente diciendo había fandango (...) y llegado a dho paraje dice que le propusieron, que ya que estaba allí que aprendiese, que como se había de saber, tan lejos de su tierra.
La persuasión tuvo sus frutos y Pancha terminó por ingresar en la salamanca. Allí recibió instrucciones de una mujer gorda que le advirtió
... que aunque viese cualquiera cosas no tuviese miedo ni nombrase el nombre de Jesús, María y Jph porque se perdería y no sabría dónde estaba, se vio mucha gente todos en cueros y ésta también, que antes de entrar se desnudaron y vieron un vivorón que sacaba la Lengua viendo a todos, y que éste le dio a la mujer un papel con unos polvos, el que estaba liado con hilo colorado y cabellos y le encargó a esta declarante dha mujer que aquellos Polvos eran para el efecto de matar, dándoles en comida o bebida, y que había baile y canto, con Arpa y Guitarra, y que dha mujer le dio a esta declarante, que aquel vivorón pedía le diese de su sangre a lo que esta declarante no quiso y que entonces, enojado el vivorón, se suspendió como que se sentaba, y dha mujer dixo al vivorón no sea que de miedo nos descubra y si yo te traeré la sangre de allá, y que entonces se salieron y esta declarante, y que nunca le dio su sangre, porque su marido no le dio Lugar.
Al parecer, las recomendaciones del marido no alcanzaron, ya que Pancha entró por segunda vez en esa misma salamanca y reanudó sus conversaciones con la mujer gorda que poco tiempo antes la había tentado. En aquella ocasión
... hubo también baile y (...) le dio la referida mujer cinco ataditos de Jume fresco porque no se le secase por vivir lejos y que estaban amarrados con hilo colorado y cabellos, y que éstos eran para matar a los que le mezquinaban alguna cosa y que entonces la trajo su marido a Tuama.
Después de la confesión de las reas, una nueva intervención terapéutica de Lorenza y Pancha tuvo lugar en la cárcel. Esta vez asistieron testigos aun más autorizados que los anteriores, “varios sacerdotes de la Compañía de Jhs, San Francisco y Clérigos, y gente noble de esta república” que observaron con estupor cómo María Antonia perdía una vez más el habla, “el uso y manejo de piernas y brazos, y el natural mantenimiento de comer y beber”. Aunque la enferma pareció recuperarse cuando Lorenza le frotó las manos y los pies y sopló en sus oídos, el alivio duró apenas una hora. El último acto de este drama nos muestra a María Antonia con los brazos cruzados sobre el pecho, acusando por señas a Lorenza. Este “paroxismo” (tal el término que utiliza el alcalde Salvatierra) se alterna con momentos de lucidez en los que la enferma hace públicas sus visiones frente a los sacerdotes que intentan ofrecerle la extrema unción. “Cuando le ha dicho paroxismo, se le representa dicha Lorenza”, dice el fiscal de María Antonia. A juicio de los presentes, el sufrimiento de la china es extremo. “Causa compasión a la república” y reclama de la justicia que se “contengan semejantes excesos intolerables a la Real Jurisdicción”.Lorenza y Pancha murieron antes de que el proceso concluyera. Tres de los testigos que asistieron a la última curación coincidieron en que las dos mujeres afrontaron con diverso talante el trágico destino que les aguardaba
... la Pancha se halla al parecer contrita pero (...) que la Lorenza ha estado sumamente remisa, con el corazón empedernido, sin hacer el menor aprecio de las palabras de los sacerdotes que le explican en su lengua, engañándolos con irrisión, diciendo que les entregará el encanto, haciéndolos andar de aquí para allí sin que jamás hayan podido conseguir de que entregue.
Lorenza es rebelde, no respeta las sotanas, aplaza la entrega de los encantos que mantienen enferma a María Antonia. Dos días después de su última confesión, moría en la cárcel de la ciudad de Santiago, llevándose sus secretos a la tumba. De inmediato, su cuerpo fue exhibido en el rollo de la plaza “donde públicamente todo el vecindario la vea”.
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