De costureras a cancionistas
Ada Falcón era lo que se llamaba una cancionista: estaban en la radio, en las orquestas, eventualmente en el cine, pero apenas un par trascendieron y serán recordadas como algo más que portadoras de voces excepcionales. “Las historias de las cancionistas son todas extraordinarias y merecen, cada una, una película –dice Sergio Wolf–. Es un fenómenorelativamente efímero porque empiezan a aparecer con fuerza a comienzos de los ‘20 y se extinguen en los ‘40, cuandose impusieron las grandes orquestas y los que se mantuvieron fueron los hombres cantores y no ellas. Para las mujeres de esa época, el mundo del espectáculo, y el tango como centrode ese universo, era una vía de ascenso social y progreso económico posible. Tanto Rosita Quiroga como Mercedes Simone, Azucena Maizani, o la misma Ada Falcón venían de orígenes humildes, y el tango de esa primera etapa, inorgánico y expansivo, les dio la posibilidad de saltar de condición y no terminar en un destino de costureras, muy frecuente en aquel período. Como ocurrió con muchas cancionistas de la cultura popular en otros países –Zarah Leander en Suecia– o con muchas grandes actrices del llamado “cine mudo” –como Gloria Swanson–, el arribo del cine sonoro dejó en el camino a muchos talentos”.En el caso de Ada, como demuchas otras que no pudieron perpetuar su dimensión artística a través del cine –como Tita Merello o Libertad Lamarque–, el estrellato estaba, quizá,destinado a apagarse. O quizás es como decía Gloria Swanson en El ocaso de una vida: “Yo soy grande, son las películas las que se han vuelto pequeñas”. Tal vez Ada hubiera dicho: “Yo soy grande, es el tango el que se ha vuelto pequeño”.