Domingo, 1 de marzo de 2015 | Hoy
INEVITABLES
Una mujer ha vivido a pleno para conseguir la santidad. No lo ha logrado porque, según ella cree, tiene naturaleza puerca. Es mundana, terrenal. El deseo de beatitud no conjuga con su forma de ser. Lo que sucede es la tragedia de la materia que no está hecha para la trascendencia. La mujer puerca, con la gran Valeria Lois como protagonista, es la historia de una huérfana. Como esos relatos de Dickens devorados en la niñez, la pieza está dedicada a la tristeza de los huerfanitos en su periplo errante buscando un lugar de origen. Algún lugar que los contenga. Esta mujer puerca es una especie de fenómeno, ridícula y tierna, posee melodrama y humor. También algunos pensamientos sobre el amor, fundamentalmente, el amor no correspondido por Dios. La mujer puerca es la travesía de un cuerpo partido y repartido. La necesidad y la necedad de amar cuando alrededor hay silencio. Cuarta temporada de éxito de la pieza con texto de Santiago Loza y dirección de Lisandro Rodríguez.
Lunes a las 21, en el Teatro El Picadero, Enrique Santos Discépolo 1857. Entradas: $ 200.
Luego de su pasada en formato Work in Progress por el festival El Porvenir 2014 en el Centro Cultural Matienzo, se estrena esta pieza de la joven Andrea Marrazzi. Frente a una nueva crisis de pareja, Martín y Laura deciden pasar un fin de semana en una alejada isla del Tigre. El arribo impredecible de un temporal los obliga a hospedarse en un añejo refugio en el que presencian situaciones misteriosas. A partir del vínculo con los isleños atraviesan sensaciones extrañas, que sumadas a la posibilidad de un peligro latente y la convivencia con el duelo, les hacen entender que el amor no es otra cosa que una película de Hitchcock. Con las actuaciones de Ariadna Asturzzi, Manuela Fernández Vivian, Mauricio Minetti y Fernando Sayago.
Martes a las 21, en El Extranjero, Valentín Gómez 3378. Entradas: $ 80.
Zaz es Isabelle Geffroy, cantante francesa oriunda de Tours, una ciudad ubicada en el centro del país, que se convirtió en el nuevo fenómeno de la chanson francesa a caballo del hit “Je veux”, incluido en su álbum debut, titulado simplemente Zaz (2010). Durante la gira presentación de su segundo disco, Recto Verso (2013), la cantante visitó por primera vez Buenos Aires y para la gira de este nuevo lanzamiento volverá a hacerlo, pero cambiando Niceto por el Luna Park, en un show anunciado para el jueves 12 de marzo. Para este flamante tercer álbum, Zaz se ha vestido de largo, interpretando las canciones icónicas dedicadas a una ciudad tan icónica como París. De las esquinas de Montparnasse a los escenarios de gala, tal es el camino recorrido por la bella Isabelle, que interpreta aquí temas que fueron cantados antes por Ella Fitzgerald, Edith Piaf o Frank Sinatra, entre otros. No es la mejor manera de conocerla, ya que suena demasiado convencional en zapatos que no son los suyos, pero no deja de ser un lujo que habla de su lugar en el universo musical, tanto que algunos temas hayan sido producidos por Quincy Jones como que París incluya un dúo junto a Charles Aznavour, aún cantando a sus 90 años.
Esa es la cantidad de canciones que integran el segundo disco solista de Diego Presa, uno de los fundadores del colectivo artístico Buceo Invisible, animador musical de la escena montevideana más allá del indie. Además del trabajo con el grupo —que lleva editados tres discos, Música para niños tristes (2006), Cierro los ojos y todo respira (2009) y Disfraces para el frío (2011)—, Presa continúa con una carrera solista iniciada con el disco Diego Presa (2011). Producido por Alejandro Ferradás, y con la participación de Nacho Durán, Guillermo Wood, Santiago Peralta y Ariel Iglesias, Trece canciones se está presentando oficialmente por estos días en Montevideo, se consigue en algunas disquerías porteñas y se puede escuchar en diegopresa.bandcamp.com.
Cuando no hay películas nuevas buenas, ¿qué se puede hacer salvo volver a los clásicos? En este caso, El gran escape y La patrulla infernal: dos films bélicos, uno dedicado a la Segunda Guerra Mundial y el otro enclavado en la Primera, dos indiscutibles obras maestras, estrenadas respectivamente en el ‘63 y el ‘57. En la primera, que dirigió John Sturges y protagonizaron Steve McQueen, James Garner y Richard Attenborough, un grupo de prisioneros organizan una fuga de un campo de concentración en la que se verán implicadas 250 personas, convirtiéndose en la más grande de la historia. En la otra, uno de los mejores films de Stanley Kubrick -–protagonizado por Kirk Douglas, Ralph Meeker y Adolphe Menjou—, el ataque del ejército francés contra los alemanes en Agnoc fracasa rotundamente y, como castigo a las tropas, el alto mando convoca a un consejo de guerra en donde tres soldados, elegidos al azar, son acusados de cobardía ante el enemigo. Ambos films acaban de ser reeditados en un combo tentador por el sello Emerald, siempre al rescate de lo bueno y viejo.
En la ruina y acosado por la sombra de su padre, una auténtica leyenda del country, al cantautor Jed King no le queda otra que aceptar un trabajo en el festival de un viñedo pueblerino. Es ahí que conoce a Rose, la hija del propietario, y pronto nace el romance entre ellos; se casan y compone para ella “La canción”, su primer gran hit. Sólo que el éxito llega con un alto precio: sumergido en las tentaciones del mundo del estrellato, el matrimonio comienza a desmoronarse. Moralista y llena de clichés, la historia de The Song surge del extraño universo de la “música cristiana”, pero la puesta en escena del director y guionista debutante Richard Ramsey, así como la convicción de la actuaciones protagónicas de Alan Powell y Ali Faulkner, consiguen trascender su poco confiable origen. Estreno directo a dvd, hay que tratar de abordarlo sin prejuicios.
Unos pocos años atrás, la encantadora actriz Jazmín Stuart debutó como directora con Desmadre, un esfuerzo loable en colaboración con el codirector Juan Pablo Martínez. Su segunda película tras las cámaras redobla la apuesta, convocando a dos de los actores más populares del momento: Erica Rivas, que vive su pico de popularidad con Relatos salvajes, y Juan Minujín. Son los hermanos Dinah y Pascual: ella trabaja por las noches en una lavandería y vive sola; él no trabaja y, desde que su mujer se fue de casa, paga con sexo la ayuda que le da su vecina en la crianza de sus dos hijos. De chicos, Dina y Pascual fueron abandonados por su madre, y, a pesar de los esfuerzos de su padre, nunca pudieron construirse un mundo más o menos funcional. Hoy ya no tienen nada en común, pero cuando el viejo, embarcado en un viaje tardío en busca de mamá, tiene un accidente en la ruta, deben reencontrarse para ayudarlo. Con esta premisa que da para el dramón o la aventura, Stuart opta saludablemente por la segunda opción, encara la carretera y carga a sus personajes con mil peripecias extraordinarias, un espíritu lúdico y bastante emoción.
Con dirección de Jean-Marc Vallée (Dallas Buyers Club), guión de Nick Hornby y protagónico de Reese Witherspoon, Wild —tal su título original— está basada en el best seller homónimo escrito por Cheryl Strayed, una mujer que dos décadas atrás decidió atravesar a pie el Sendero de la Cresta del Pacífico, 1800 kilómetros que cruzan tanto el calor extremo del Desierto del Mojave como las nieves de la frontera con Canadá. La película de Vallée continúa la saga de recientes historias de supervivencia, del estilo Hacia rutas salvajes (2007), de Sean Penn, o 127 horas (2011), de Danny Boyle. Pero sin duda la particularidad de Alma salvaje es que esta experiencia extrema la vive una mujer, por lo que los sentidos que se abren —ante la soledad en la naturaleza o el poder de un cuerpo desafiando sus propios límites— son otros.
La vida de Phillip (Matthew Rhys, Brothers and Sisters) y Elizabeth Jennings (Keri Russell, Felicity), dos espías rusos encubiertos como operadores de turismo en los aburridos suburbios de la ciudad del Capitolio, está llena de aventuras. Entrenados a fines de los años ‘60 en las altas esferas del Kremlim, llegaron a EE.UU. como un joven matrimonio cuando apenas se conocían, y formaron una familia que sirve como la mejor fachada para las misiones secretas y peligrosas encomendadas por vieja URSS. A la mañana desayunan cereales con sus hijos, los llevan a la escuela, saludan a sus vecinos, y por la noche se camuflan y se acuestan con otros para obtener información, secuestran delatores soviéticos, engañan al FBI y tiran cadáveres al río. Pero esa pareja convenida por coroneles y diplomáticos no sólo oculta secretos de Estado, sino que arrastra miedos y frustraciones personales, recelos y pasiones, resentimiento y desconfianza que desnudan la complejidad del matrimonio tras la idílica apariencia del american way of life.
Lunes a las 22, por Fox Action
Hace seis años Annie y Jake se conocieron gracias al amor de ambos por los nachos, y desde entonces han sido inseparables. Pero ella empieza a sentir que su reloj interno la presiona y, sin saber que Jake ha preparado todo para proponerle matrimonio, le reclama su incapacidad para comprometerse. El problema es que lo hace en un monólogo brutal en el que se los carga a él, a sus amigos y hasta a su suegra, que la escuchan desde donde esperaban darle una sorpresa. Lo que sigue son los intentos de ella por reparar relaciones y retomar el rumbo hacia el matrimonio. La crítica americana la recibió como una de las sitcoms más prometedoras de la última temporada, en parte gracias a la química entre Casey Wilson (la vecina metiche e insoportable de Perdida) y Ken Marino (Veronica Mars, Party Down y otras mil comedias) y la perfecta predisposición de ambos para ponerse en ridículo.
Jueves a las 22.30, por Sony
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