Domingo, 15 de diciembre de 2013 | Hoy
INEVITABLES
“Cuando estoy entre locos, me hago el loco”, dice Diógenes De Sínope, y con su frase inicia esta pieza de la compañía Banfield Teatro Ensamble, que por primera vez abandona su espacio característico en el sur de la ciudad para trasladarse al Abasto. Una pieza naturalista que se representa en espacio no convencional (un departamento). Una familia y el afán de uno de sus integrantes por develar la verdad a cualquier precio. Los actores desarrollan sus acciones para 20 espectadores que están incluidos en la escena (los asientos-butacas están dispuestos dentro del espacio de la representación).
En el Camarín de las Musas, Mario Bravo 960. Domingo a las 19, viernes y sábado a las 21. Entrada: $ 100.
Una gran epopeya nacional sobre el fin de los tiempos, artes marciales, archienemigos, superhéroes y la peor vendetta jamás imaginada: la épica aventura de un superhéroe cuyo único error fue enamorarse. Fusión del universo de los superhéroes con el del culebrón romántico, La leyenda de Lis Chi utiliza múltiples recursos audiovisuales y una estética de comic para contar esta historia: una conspiración de villanos intenta dominar el planeta Tierra y para detenerlos el puño de hierro de Lis Chi entrará en acción. Aaron Lifschitz era un niño muy alegre que no se quejaba de nada ni nadie. A los once años sus padres, que tenían una tienda de telas en el barrio del Once, quebraron y resignaron su educación a una escuela pública y laica. Allí, Aaron era el del nombre raro y el apellido difícil. Su Lifschitz se convirtió en Lis Chi a manos de una hermosa niña rubia llamada Ursula Patricia López. A partir de entonces, la niña pergeñó un plan: dominar el mundo para cambiar sus reglas.
Domingo y sábado a las 17, Complejo Cultural Teatro 25 de Mayo, Triunvirato 4444. Entrada: $ 50.
Allá lejos y hace tiempo, Liliana Herrero llegó a su debut discográfico gracias al empuje de Fito Páez, que le produjo su aún hoy revulsivo primer disco solista. Un cuarto de siglo más tarde, la entrerriana se ha puesto en manos de un nuevo joven ascendente de la canción, en este caso Lisandro Aristimuño, que puso su banda y su producción al servicio de un disco ascético y despojado, pero que al mismo tiempo suena orgánico y natural. Un trabajo que se descubre centrado en el repertorio de Violeta Parra, con dos clásicos como “Run Run se fue pa’l norte” o “Casamiento de negros”. También se suman los nombres de Manuel J. Castilla (“Pastor de nubes”, con Fernando Portal) o Atahualpa Yupanqui (“Trabajo quiero trabajo”). La pasión por las fronteras vecinas de Liliana se sigue verificando en las versiones de “El mar”, de Dorival Caymmi, y la aparición de un clásico uruguayo como Aníbal Sampayo, así como el tan visitado —y nuevo clásico— Fernando Cabrera, que Herrero logra la difícil tarea de hacer propio en “La garra del corazón”.
Difícil encontrar un debut tan sólido, y mucho menos con un sonido tan específico, pero el grupo Ciegos lo ha logrado. Específico, sí, pero al mismo tiempo indefinido, porque lo que hace este quinteto del sur del Gran Buenos Aires sólo se lo podría denominar como ricotero. Pero en su sonido más duro y de la última época, más cercano al Indio que a Skay, digamos. A no confundir, no se trata de una copia ni mucho menos, sino de una invocación del espíritu rocker suburbano, tan bien logrado por la producción de Gustavo Gauvry y Daniel Godoy, logrando un halo de nocturnidad y contundencia, que siempre es un buen punto de partida en estos casos.
No toda la crítica estuvo de acuerdo en la valoración de esta remake norteamericana de un notable film franco-georgiano de unos años atrás (13 Tzameti, que acá se vio en el festival de Mar del Plata). Filmada por el director de la original, Gela Babluani, lo mejor que se ha dicho es que, aunque no está a la altura de su antecesor, retiene algunas de sus mejores ideas. Por eso, vale la pena echarle un vistazo. Hay varias historias entrelazadas y un tema común: la violencia y el poder. Y unos cuantos personajes interpretados por varios grandes actores secundarios o ex estrellas renacidas, entre ellos Sam Riley, Mickey Rourke y Ray Winstone, todos participando de una bizarra y siniestra competición en la que se apuestan vidas humanas. También el insuficientemente valorado Jason Statham, como un adinerado apostador británico particularmente interesado en uno de los contrincantes, y siguen las firmas: 50 Cent, Alexander Skarsgard y Ben Gazzara. Aún sin el blanco y negro del original, todo el asunto se mantiene tan divertidamente tenso —y superficial— como en aquél. No pasó por los cines.
Con este título que la hace parecer uno de esos lanzamientos medio pelo de comienzos de los ’90, muchos de sus potenciales espectadores no habrán sabido si animársele cuando pasó por los cines. Pero es que es una de las comedias policiales y buddy movies —de “pareja-despareja”— más divertidas de los últimos tiempos, porque Sandra Bullock es muy simpática cuando no le pone demasiada, ejem, gravedad, a sus personajes, y porque Melissa McCarthy la descose siempre. ¿Que aún no saben quién es McCarthy? La gordita de Damas en guerra, que es también de Paul Feig. Ambas son de lo mejor que hay para ver sin salir de casa.
La comedia fumeta y descerebrada más autorreferencial acaba de llegar a los cines casi sin anunciarse: los guionistas Evan Goldberg y (el también actor) Seth Rogen, que escribieron juntos la gran Supercool y Pineapple Express, debutan en la dirección con This is the End, farsa apocalíptica en la que Rogen, Jay Baruchel, Michael Cera, Jonah Hill y James Franco, entre otros jetones de la nueva comedia estadounidense, hacen de ellos mismos, o algo así, de cara a un argumento que siempre paga: la cercanía del fin del mundo. Cómo llegamos a esto es parte del absurdo ardid argumental de la película, que pone a los protagonistas en una situación por lo menos atípica: encerrados en la casa de uno de ellos, forzados a convivir, como en un reality trash a la manera del injustamente olvidado Reality-Reality. Impredecible, deforme, lisérgica, por momentos autocelebratoria y en otros autodenigratoria, Este es el fin es una comedia que hace del sinsentido su misión. Y que lo devuelve a Franco, que últimamente estaba insoportable (basta recordarlo en Oz, el poderoso, en 127, o “conduciendo” la entrega del Oscar) al tono más espontáneo y ligero de unos años atrás; todo un milagro.
Thor Heyerdahl hizo historia al navegar casi 8 mil kilómetros en una balsa en 1947. El libro en el que contó su aventura vendió más de cincuenta millones de ejemplares, y su correspondiente documental ganó un Oscar en 1952. En la flamante ficcionalización de aquella historia, los directores noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg consiguen capturar el vértigo y la adrenalina de aquel viaje, con el actor Pål Hagen como un convincente Heyerdahl, el explorador obsesionado con la Polinesia, que le hace una apuesta al mundo cruzando el Pacífico en una embarcación igual a la que sus descubridores usaron 1500 años antes, desafiando a la madre naturaleza y a la diosa fortuna una atrás de la otra.
Este impresionante documental sobre la demencia del mundo de la publicidad y la llamada “revolución creativa” de los ’60 vio la luz unos pocos años atrás, ya con el éxito de Mad Men consolidado, pero no se trata de una chantada oportunista, sino de una inmersión única en un universo rico, asombroso y también repleto de cinismo. Bajo la dirección de Doug Pray, Arte y copia indaga en el trabajo y la locura de algunos de los más influyentes creativos publicitarios de nuestro tiempo, como George Lois, Mary Wells, Dan Wieden, Lee Clow y Hal Riney, entre otros. Es decir, los responsables de campañas como el “Just Do It”, el slogan “I Love NY”, “Got Milk?”, “Think Different”, y otras frases e imágenes reconocidas en casi todo el mundo. Maestros de la síntesis conceptual y la interpretación, así como de la sugestión y la manipulación emocional y sensorial, los “Ad Men” son celebrados por un lado y a la vez escrutados sin piedad. Un film intenso, con algún altibajo (como sus esporádicas pretensiones de análisis intelectual) pero siempre interesante.
Sábado 21 a las 20, por Film & Arts
Para ver en YouTube, esta es la tercera parte de una saga fantástica exitosa y en ascenso, Daemonium, dirigida por uno de los muchachos de la pródiga productora Farsa (los de Plaga Zombie, Filmatrón), Pablo Parés. Idea original de Simon Raztiel (Studio Patna) y Dany Casco (Rabbid FX), materializada por compañías como la citada Farsa, Hydra Corp, y los estudios Nerdhaus, Piromania FX y Gilberto Zhu, transcurre en un universo alternativo y distópico poblado por humanos y demonios, monstruosos dictadores y héroes en pleno apocalipsis. Mucho animé, esoterismo y tiros entran en el mejunje de contenidos y referentes: un cine para divertir. Hanya Shibari se titula este tercer episodio de los cinco que se han programado, y que se estrenó el viernes pasado.
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