Domingo, 30 de marzo de 2014 | Hoy
FAN › UNA FOTóGRAFA ELIGE SU IMAGEN FAVORITA: LOLA GARCíA GARRIDO Y BOTELLA AL MAR, DE GRETE STERN
Por Lola García Garrido
Me siento a escribir sobre esta imagen y todos los caminos me conducen a la distancia. Intento esquivar el tema. Quiero hablar de fotografía pero, claro, estoy en Madrid y vivir en otro país es vivir con el corazón partido en dos y el tema de la distancia es casi omnipresente. Ya no la mido en metros, o en horas, sino en comunicación.
Me puedo sentir alejada de alguien que está justo al lado mío y muy cerca de alguien que vivió en otra época, que está muerta y que sus últimos días los vivió en Buenos Aires. Desde la ciudad de las cañas claras, escribo sobre esta foto de Grete Stern, una fotógrafa alemana que a principios de los años ’30 migró a la Argentina para quedarse.
Fue hace varios años, en un museo en donde había una exposición de muchos fotógrafos; ahí me choqué con ella: la imagen de la mujer adentro de una botella con el mar a sus espaldas. Verla me hizo sentir acompañada, una sensación de estar dialogando con la autora a través de las décadas. Lo primero que me fascinó fue pensar que lo había hecho sin photoshop: tijerita de verdad. Me la imaginé trabajando, desde el exilio, encontrando su refugio durante horas en sus mundos construidos con pedazos de fotos. Fotos que sacó en diferentes lugares, en diferentes momentos y que pueden convivir en una sola imagen gracias al fotomontaje. Un símbolo de libertad.
Una playa: ¿Mar del Plata? ¿Graal Müritz?
La mujer: ¿una amiga? ¿Una modelo contratada?
La botella: ¿una damajuana? ¿Un frasquito de perfume?
Y el mar, uniendo orillas.
Pude, en mi imaginación, dialogar con Grete:
–Grete, ¿estamos de acuerdo en que al pensar un fotomontaje, la fotografía no termina en el momento del “clic” de la cámara sino que ese “clic” es el punto de partida de la obra?”
–Sí, es hermoso pensar una idea, salir a buscar, como una cosechera, la materia prima que necesito, fotografiarla y después poder transformarla en un cuadro más grande.
Me imagino a Grete pudiendo unir a través de su obra mundos que están separados en tiempo y kilómetros. Los pone a todos juntos y conviven como en un rompecabezas que hace las paces con la distancia.
Conocer esta imagen me abrió las puertas al mundo Stern. Pude averiguar que esta foto pertenece a una serie larguísima que hizo semana a semana para una revista dirigida principalmente a mujeres. Las lectoras mandaban sus sueños, un sociólogo los interpretaba psicoanalíticamente y Grete los transformaba en imagen. Las mujeres cedían sus jugosos inconscientes para que ella con su sensibilidad los tradujera a su lenguaje visual. Y en esas imágenes conviven los secretos de esas mujeres y los de Grete. Igual que los trozos de fotografías, aparecen los pedazos de Grete: sinceridad, ironía, estética, humor, imaginación. Pienso en las mujeres de esa época que decidían escribir sus sueños y mandarlos como un mensaje desesperado en una botella en el medio del mar, esperando llegar a la costa y encontrar una respuesta. Y quizá Grete les brindaba esta comunicación que necesitaban, este cuidado o diálogo que las hiciera sentir acompañadas o entendidas.
Y vuelvo a la distancia, a la identificación, a la comunicación, a la cercanía. Al día en que llegué a esta imagen y me sentí muy cerca de Grete Stern y su obra, con la que sigo dialogando a menudo y me hace sentir acompañada en mi forma de trabajar. Y mientras hablo de Grete Stern, estoy hablando de mí.
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