Es el escultor de frases del tipo “Los monstruos son reales, y los fantasmas también; viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan”. Es el mentor de los consejos extremos —“Lo dije una vez y lo diré siempre: cuando encuentras algo en lo que eres realmente talentoso, haces esa cosa, cualquiera sea, hasta que tus dedos sangran o tus ojos salen expulsados de tu cabeza”—. Es el creador de las humildes definiciones propias –“Soy el equivalente literario a un Big Mac con papas fritas”—. Y, para colmo de bienes, es el responsable de haber espantado a unas cuantas generaciones gracias a títulos como Carrie, El resplandor, It, Misery, Cementerio de animales.

Como indiscutido rey del terror, santo patrono del susto, el prolífico Stephen King siempre amerita un halago. O una inspirada muestra, como la que ha pergeñado la galería Hero Complex, en Los Angeles, que hasta el 6 de abril reúne decenas y decenas de dibujos y pinturas de artistas y diseñadores emergentes, inspiradas en la vida y obra del escritor de sus mil amores/horrores. Titulada King for a Day, la exposición no sólo habilita el reencuentro (visual) con sus clásicos modernos, también junta billetes vendiendo las imágenes online para destinar lo recaudado a una ONG —The Haven Foundation, elegida por el propio Stephen—. Ningún susto en la finalidad benéfica; en lo demás... ¡toneladas!