Al escritor y político francés Alphonse de Lamartine se le atribuye la cita: “La música es la literatura del corazón; empieza donde las palabras terminan”. Y aunque muchos asentirán ante tan romántica sentencia, otros le pondrán punto a medio andar. Acaso el diseñador inglés Simon James esté en el segundo grupo, en tanto para él –a juzgar por su obra– las canciones y los libros no parecieran diferir demasiado. O, más bien, en nada. “La música es literatura, y viceversa”, habrá de aseverar el joven londinense que, para dar corporeidad a la premisa, no ha tenido mejor idea que armar un curioso proyecto. Ocurre que James imagina que sus cantantes y compositores favoritos fueron escritores –en sentido estricto–, y convierte cada canción en un tomo con lomo impreso, editorial, parte de una ceñida colección. La colección, por supuesto, es el nombre del disco.

Entonces: si Dylan se hubiera dedicado full time a la escritura, su segundo y fundacional disco The Freewheelin’ Bob Dylan (1963) sería, para James, una serie de novelas, editadas ellas el mismo orden que aparecen en el disco: primero, el libro “Blowin’ in the Wind”; luego, “Girl from the North Country”, “Masters of War”, “Down the Highway”, “Bob Dylan’s Blues”, y así, hasta cerrar con último texto, “I Shall Be Free”. No conforme con imaginar la transformación, Simon imprime digitalmente el nombre en solapas de retocados y antiguos tomos Penguin –entre otras editoriales favoritas–, usando los colores que –a su criterio– más se acercan al espíritu del álbum. Luego las acomoda, las eterniza y arma posters con cada serie, que vende para interesados en su visión.

¿Qué visión? La de suponer que un autor llamado David Bowie escribió libros titulados “Starman”, “Five Years” o “Suffragette City”, fantasear con sus argumentos, querer finiquitar todas las ficciones que integran la colección The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars. Por lo demás, el artista ha hecho la conversión al papel de discos de Suede, Pulp, The Smiths (Mike Joyce lo felicitó por su trabajo, vía Twitter), Bruce Springsteen, Tom Waits y Kate Bush, entre muchos otros. Porque soñar es gratis. Salvo para quienes compren los posters, claro.