Domingo, 18 de octubre de 2015 | Hoy
FOTOGRAFíA > LOCALES
Fotografía El libro Locales, de Gustavo Sancricca, propone un recorrido secreto por las tiendas clásicas de Buenos Aires: comercios con personalidad, orgullosos de su servicio, que mantienen su estilo desde hace décadas y a veces también a sus empleados. Confiterías, bazares, ferreterías, paragüerías, casas de dama, casas de caballero, fábricas de pastas y muchos más en cien imágenes que van de lo señorial a lo dulcemente vintage.
Por Mercedes Halfon
Buenos Aires es una ciudad que todavía guarda secretos incluso para los porteños. Cuadras por las que pasamos distraídos miles de veces pueden esconder tesoros, gemas de la arquitectura, el estilo y las costumbres, que nos quedan por descubrir. Un recorrido así propone Locales, el libro de fotografías de Gustavo Sancricca. Se trata de una exquisita edición de autor, en la que a través de cien imágenes se nos dan a conocer emblemáticas tiendas clásicas de Buenos Aires de todas las décadas. Las hay con aires tangueros, señoriales, dulcemente vintage, minimalistas. Tienen en común ser locales de calidad, nobles, que se enorgullecen del servicio que ofrecen, que lo glorifican siendo los mejores en su rubro, porque consideran el comercio una ocasión para el disfrute y la cordialidad.
Estamos en las antípodas de los no lugares donde hoy se realizan las compras cotidianas. Nada más alejado de un local de shopping que la tienda de ropa de hombre "Glenmore" que abre el libro –cita en Florida al 800– con sus paredes revestidas de madera lustrada, sus vitrinas de cristal, su empleado a la espera de clientes impecable con moñito. Nada más lejano a esos locales de muebles standarizados que "Marcovecchio Hermanas" –en la calle Gorriti al 5600– bellos muebles de caña y de mimbre, que desde 1945 atienden las mismas hermanas como si se tratara de una novela inédita de Manuel Puig. Lo opuesto a las cadenas de helados con nombres italianos es "Via Flaminia", la heladería que desde 1965 está en Florida al 100, con el mismo escenario rosado y de formas curvas que un arquitecto pensó en la década del auge de la fórmica.
Todos los locales son adorables, emotivos, sorprendentes. La cámara sensible de Sancricca los captura en su mejor cara y con su mejor luz. Lo que hace a la potencia expresiva de estas fotografías es la presencia humana en ellas. Locales no solo rescata escenarios de conservado esplendor, sino también a quienes los habitan, sin duda los protagonistas de estas películas. Muchas veces se trata de los propios dueños, otros empleados de toda la vida que no dudan en posar con algún elemento a la mano, como Santiago Ferreira, que porta la guitarra y sonríe, en "Antigua Casa Núñez".
¿Qué más hay en estas páginas? Confiterías, bazares, ferreterías, paragüerías, casas de dama, casas de caballero, viveros, bombonerías, casas de sombreros, de flores, fábricas de pastas, alfombras, zapatos, casas de medallas, placas y copas, como la antigua "Casa Pisani" que se encuentra en la calle Paraná desde el año 1914. Otros negocios son de los años 80, pero su hermoso decorado se mantiene intacto hablándonos de esa década en este lugar. Durante varios años Gustavo Sancricca se dedicó a recorrer las más variadas calles Buenos Aires con el ojo puesto en estos espacios en los que se cifra algo de nuestra identidad. Las fotografías son de entre 2009 y 2014, y esa búsqueda pausada se transmite al libro. El recorrido es, no por los cien, pero si por una parte importante de los barrios porteños. No es la intención agotar la cantidad de locales con estas características existentes, pero sí dar una buena muestra de los tesoros que pueden encontrarse, fotografiándolos con calidez y rigurosidad.
Lo que resulta conmovedor de ver estas fotos, y los escuetos datos que figuran como epígrafe –nombre del local, rubro, año de fundación, dirección actual– es ver cómo la historia social y cultural de una ciudad no es siempre lineal, sino que el presente está agujereado por relatos del pasado que como haces de luz lo tiznan, siguen funcionando y hablando. Otros modos de vida en los que la elegancia y la gentileza eran monedas fuertes. Tan clave era el trato persona a persona en una compra venta que alguno de estos locales tienen sillas a cada lado del mostrador.
Locales es un túnel del tiempo, pero a la vez afirma que el túnel del tiempo no existe, que no hace falta, que solo se necesita salir a caminar por una ciudad.
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