Domingo, 1 de abril de 2007 | Hoy
NOTA DE TAPA
Esta semana comienza el 9º Festival de Cine Independiente de Buenos Aires y, como es costumbre, la producción argentina es una de las vedettes. Pero esta vez el protagonismo es doble: no sólo por la aparición de directores nuevos, sino también por escenarios, personajes y estéticas poco o nada transitados hasta ahora. Por eso, Radar entrevistó a los directores y ofrece un mapa para no perderse nada. De yapa: lo mejor de las películas extranjeras.
Por Mariano Kairuz
La entrevista es puro caos y energía: los tres directores, guionistas y protagonistas, Tamae Garateguy, Santiago Giralt y Camila Toker, y la montajista, coguionista y definitiva cuarta pata del equipo, Eva Bär, se superponen al hablar, se complementan y se retroalimentan. La entrevista permite darse una idea del frenesí que habrá sido el rodaje a ocho manos –sin presupuesto, con pequeñas cámaras de video y la eventual colaboración de muchos amigos, y de la Universidad del Cine– de UPA! Una película argentina, ópera prima como directores para un trío que, a partir del inminente estreno en la Selección Oficial Argentina del Bafici, materializa los postulados de su Manifiesto Grupo Acción, que pueden leerse en el site www.upafilms.com.ar y cuyo espíritu puede sintetizarse más o menos en una línea: hacer las películas que quieren hacer, no importa qué. Filmar en el soporte que sea: video hogareño, si es necesario. Y que la falta de dinero no sea un obstáculo insalvable.
De acuerdo: la consigna, tan cine-guerrilla, no es novedosa, pero sí demanda nuevas consideraciones en el actual estado de cosas. Esto es, en medio de cierta percepción, más o menos extendida, de que el Nuevo Cine Argentino alcanzó un punto de estancamiento. El tema se reactualiza con cada Bafici, que en casi todas de sus nueve ediciones funcionó como ventana de lo más nuevo de la producción nacional. Este año, el “tema” se instala en el centro mismo de uno de los estrenos insoslayables del festival. Porque UPA! es eso, o de eso parte, al menos, como premisa: de la posibilidad o la imposibilidad de hacer películas en la Argentina, de modo independiente, a una década –años más años menos– del surgimiento del NCA. Falso making off, cine argentino dentro del cine argentino y comedia, indudablemente su gesto más insurrecto, en un panorama atestado de producciones gravemente dramáticas y con desbordadas pretensiones de trascendencia. UPA! está motorizada, explican sus autores, por la necesidad de desmarcarse de la solemnidad que viene contaminando a todo el cine nacional joven. Y la de filmar sin depender ya de la aprobación de los fondos subsidiarios de los festivales europeos. “No está mal que el cine argentino se haya vuelto for export”, aclara Tamae. “Es positivo, habla de la cultura del país, de nuestras imágenes. Pero hubo una camada de cineastas que no estuvo muy pendiente del espectador.” “Y encaramos esta película teniendo en cuenta al espectador”, continúa Camila (actriz de Sábado y Los suicidas, de Juan Villegas, y protagonista de Ana y los otros, de Celina Murga), “y sin temerle al conflicto, después de tanto cine contemplativo: construimos el guión en acción, no le tenemos miedo a las catarsis”. “Mariano Llinás, el director de Balnearios, dijo hace poco en una entrevista que al cine argentino le está faltando humor”, se suma Santiago (guionista y docente de la FUC, a quien muchos recordarán por su actuación en el equipo de Los rubios, de Albertina Carri), “y que estamos empantanados en eso de hacer cine para cineastas”. La película dentro de la película en UPA! es un drama de, podría decirse, “honda raíz bergmaniana” llamado con salvaje ironía Tandil/Tromso, y encarna, dice Santiago, un “contra-cine en relación con UPA!; es esa tendencia del cine argentino que quiere congraciarse con el fondo y los concursos y festivales extranjeros que te dan la plata para filmar”.
Todos los UPA! son parte del NCA y conocen de primera mano el fracaso de proyectos personales que nunca consiguieron despegar. Esa es la materia prima de su película: los fracasos reiterados de ajustarse a los cánones según los cuales los festivales internacionales premian y financian proyectos en tempranas etapas de producción.
Dice Camila: “Nos pusimos en movimiento justamente porque cuando te encontrás dos o tres veces en las clínicas de guión de los festivales llevando el mismo proyecto, te preguntás: ¿por qué seguimos en las clínicas, cuál es la enfermedad crónica de la que nos tenemos que recuperar?”. “Además”, agrega Santiago, “cada película que dice ganó los fondos de tal y tal y tal festival esconde un cajón de rechazos que uno no expone. Nosotros empezamos a hacer nuestras listas de rechazos, y la pusimos en el trailer”. “Los sistemas establecidos por estos fondos”, argumenta Camila, “van a lo seguro. Tienen como perfil premiar ciertas cosas”. “Y eso”, completa Santiago, “te condiciona cuando empezás a escribir. Te lleva a terminar el guión de tu película mal, o cortarlo antes del final, porque sabemos que un guión con una clausura feliz tiene menos éxito en las presentaciones. Cada uno de nosotros ha hecho sus experimentos, para ver cuándo estás más cerca de ganar un premio. Uno analiza el fondo al que va a mandar su proyecto, y va aprendiendo pequeños truquitos, y se genera una censura interna al momento de la creación, porque uno quiere ser aceptado”. Tamae: “el statu quo del cine independiente exige cierta forma de contar. Se institucionalizó tanto, que mandás tu proyecto a tal festival, ves que gana la película de los dos viejitos que toman mate durante dos horas y decís: esto es lo que hay que escribir para que me den plata para filmar”.
Cansados entonces de “escribir películas con conflicto, con actores, que nos divierten, que recuperan los clichés que el cine argentino independiente se empeña en evitar, y de que no nos dieran bola”, los UPA! montaron un sistema de producción propio fuertemente convencidos de la potencia de la improvisación actoral, e hicieron un film en el que se superponen varias puestas en escena a la vez, como dice Camila, una suerte de “negativo de la Noche americana de Truffaut, para el 2007, que cuenta el fracaso”. “Casi nadie de los que hacemos cine en la Argentina vivimos de ser directores”, dice Santiago. “Por eso definimos las clases sociales de nuestros personajes: para mostrar qué es lo que hacemos cuando no hacemos películas y por eso mismo qué se pone en juego cuando sí las hacemos.” Una tensión que crece, tironea a sus protagonistas y los hace confluir hacia el desastre final, en el clímax, un largo, crispado diálogo que quizá haya conseguido reinventar la puteada –ese “sistema” tan criticado del viejo cine argentino– para las nuevas generaciones. Una puteada improvisada, más creíble, más auténtica y con sentido del humor. La Nueva Puteada del Cine Argentino.
UPA! Una Película Argentina, se proyecta el sábado 7 a las 23 (Hoyts 11); el domingo 8 a las 23.30 (Hoyts 8) y el martes 10 a las 20 (Atlas General Paz 5).
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