Domingo, 24 de agosto de 2014 | Hoy
Por Claudio Zeiger
Hace ya tiempo que Flor de la V se ha convertido en el personaje más filoso, más importante y a la vez más esquivo del mundo del espectáculo. Lejos de las divas que viven del pasado aunque sigan instaladas en el presente, con una capacidad de análisis y una verba sólo equiparable a la de Moria Casán, hoy Flor es el personaje político por excelencia del espectáculo, porque encarna un más allá de sí misma, sin por ello dejar de estar traspasada, toda ella –cuerpo y alma– por la realidad. Es una militante de la vida, y de su vida. Pensaba, a raíz de ciertas reacciones suyas desde los dardos de Carlos Paz a los supuestos ataques de estrellato que le endilgan a raíz de su participación en el show Tu cara me suena, que no se estaba leyendo bien a sí misma, que estaba minimizando su propia dimensión, achicándose al tamaño de la pantalla de la tele, la farándula, inclusive las internas de ambiente. Daba a entender sin mayores vueltas que la atacaban porque le tenían envidia. Hasta que estos últimos días, como es de público conocimiento, en forma bastante intempestiva Lanata la eligió como blanco de unos ataques muy personalizados sobre un supuesto tema más amplio como sería el de la identidad de género, o el de la ampliación de opciones identitarias en las redes sociales. Por síndrome de tomar a la parte por el todo o por alguna razón misteriosa que se nos escapa, Lanata le dio para que tenga. Y lo hizo recurriendo a la peor oferta del campo posible de argumentaciones, diciendo que haga lo que haga, se case o no se case, sea madre o padre, vaya o venga, es un hombre porque tiene pito pito pito. Así de bestial, con el encarnizamiento con que los chicos persiguen al más débil, con la grosería de decir “meadeparado”, con nombre y apellido y saña manifiesta.
Hace poco leía que Didier Eribon había reescrito muchos pasajes de su fundamental Reflexiones sobre la cuestión gay como quien intenta actualizarlo, lo que a la luz de los dichos de Lanata y otros que siguieron montados en el mismo argumento de hagas lo que hagas tenés pito o no tenés pito, no deja de ser irónico, ya que el eje central de su libro sigue más que vigente: la estructura retórica y discursiva (¿el dispositivo?, diría Foucault) sigue siendo el mismo e inamovible: la injuria. Sólo desde la injuria se le puede decir eso a micrófono abierto, en público, a una persona.
Y Flor de la V reaccionó. Dijo que todo el tiempo circulan mentiras sobre ella. Dijo que siente que hay una carnicería sobre su persona. Habló del “daño de la palabra” en el caso de Lanata. Lanata, entre otras cosas, había dicho que “no es mujer, es travesti, no se me ocurrió a mí, es así, no se convertiría en mujer porque le corten el pito, sería un hombre al que le corten el pito”. Flor de la V dijo: “Soy mujer por convicción”. Es claro, compañeros. Flor sabe lo que es ser una “chica trans” y lo que es genitalidad, género e identidad. Y provocó bien: “Una puede ser una chica trans y vivir como cualquier señora argentina”. Y como si fuera poco, su marido, Pablo Goycochea, muy serio, agregó: “Vamos a educar a nuestros hijos diciéndoles que tienen una mamá travesti”. Así pueden tranquilizarse las Señoras y Señores fachos que creen que los chicos están en manos de una loca que, en vez de creerse Napoleón, se cree María Antonieta. ¿O preferirían eso?
Personalmente, lo que creo es que, desde que mostró su documento de identidad en cámara y lo agitó con orgullo de mujer y argentina, a Flor de la V se la tienen jurada. Y eso no es un problema de Carlos Paz o la tele. Supongo que la escalada trepó porque la recuperación o elección de identidades, de abuelas y nietos, de padres e hijos, de adoptantes de criaturas desprotegidas, es un tema central de la sociedad argentina por estos días, y hay un friso de gentes que están de los pelos por ello y apelan a lo más recóndito de lo que yace en los sótanos y los vertederos: los pitos y matracas del machismo, los valores de lo que Debe Ser, la genitalidad, los bajos vientres y los bajos instintos. Parece que hay que parir como una yegua, sufrir y jadear para dejar contentos a los amos del inframundo.
¿Suena un poco exagerado? ¿Eso creen? Puede ser, pero siempre hay que estar prevenidos contra el rebrote de Lo Peor en esta dulce tierra. Huelo. Están al acecho. Por circunstancias diversas, sobre las que intenté reflexionar, estas semanas le tocó a Flor de la V. Que, dicho sea de paso, acaba de imitar a René de Calle 13 cantando una letra que dice “Atrévete, salte del closet”, mujer trans haciendo de súper rapero. Si es para mearse de risa las vueltas de la vida. Mearse de parado o de sentado, que hay gusto pa’ todo, don Napoleón.
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