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Domingo, 5 de marzo de 2006

JON STEWART, EL PRESENTADOR DE LA NOCHE.

El debutante

 Por Martín Pérez

Dueño de una sonrisa traviesa y una mirada inocente, Jon Stewart es casi un desconocido fuera de los Estados Unidos, pero para el público norteamericano es el presentador de un noticiero que es algo así como La Noticia Rebelde de la televisión norteamericana. Todos los días, armado con su taza de café y parapetado detrás de un escritorio, desde un estudio en Nueva York Stewart conduce The Daily Show, uno de los programas que han convertido a la señal Comedy Central en el gran fenómeno del cable en los Estados Unidos. Allí hace su lectura de las noticias del día, acompañado por falsos corresponsales e hilarantes columnistas, siguiendo en gran medida la línea del clásico noticiero de Saturday Night Live. (Una versión semanal del programa de Stewart, y adaptada para el público internacional, se puede ver los sábados pasada la medianoche en la señal en inglés de la CNN. Lamentablemente, sin subtítulos.)

Hollywood no es un mundo completamente desconocido para este comediante neoyorquino. Para cuando llegó, en 1999, al programa que lo depositaría en los Oscar, Stewart ya había aparecido en películas como Un papá genial, con Adam Sandler y Aulas peligrosas, de Robert Rodríguez. Hizo carrera lentamente, pasando a la televisión en los ’90, cuando condujo algunos programas en MTV. Y a fines del 2004, montado al éxito de su programa, editó un best seller America (The Book), cuyo subtítulo sigue la línea mordaz de su programa diario: “Una guía ciudadana para la inacción democrática”.

En estos tiempos tan lavados en términos de periodismo televisivo, la ironía de Stewart y su equipo del Daily Show terminó convirtiendo su noticiero en broma en el único noticiero en serio de la era Bush. “Mirar televisión en estos años me pone loco”, explicó Stewart. “Por suerte, estoy en una posición en la que puedo hacer algo al respecto. Yo rasco donde pica. Cuando vemos una tontería, lo decimos en voz alta. No es que seamos demócratas o republicanos, sino que intentamos detener esa costumbre política de repetir las cosas una y otra vez, hasta que a la gente no les queda otra que creerles.” Así, rascando, The Daily Show ha logrado algo que no imaginaba ni el más optimista: ganarle en audiencia, al menos entre los espectadores más jóvenes, al noticiero de la cadena Fox, el más aviesamente pro Bush de todos. Para la 78ª noche del Oscar, dejará la taza de café y el escritorio en Nueva York, pero llevará a Los Angeles su sonrisa y su mirada características, así como a los libretistas de su programa para que lo ayuden a escribir el monólogo inicial.

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