En realidad yo había traído algo para leer sobre un libro que no salió, pero me gustó más lo que sucedió en la charla. Y no es simpático lo que voy a decir. Creo que la misma idea de lo inconcluso en Argentina como nación está cobrando ribetes fatales. Hay una inexistencia de la idea de la nación. Hay una inexistencia de la idea de la tribu. Tal vez se necesiten diez leyes que nos cobijen a todos del horror. Uno llega a pensar con que hay algo maldito en este lugar. El cabrón de Fogwill, gran generador de polémicas –y muy divertidas por otra parte–, él mismo tiró la bomba adentro de su casa y se rió de eso. Eso me hace pensar en Argentina. Sin dudas lo inconcluso es una idea que puede ser muy simpática, pero puede llegar a ser algo siniestro y diabólico para nuestra historia como pueblo. Pensaba en Fogwill como alguien a quien quiero y admiro mucho. Es un verdadero icono de la Argentina, alguien que instaló un happening sobre sí mismo. Alberto Ure, Osvaldo Lamborghini, lo voy a nombrar a Horacio González también –es casi un piropo lo que voy a decir– y Charly, muchos artistas que se han metido con el espíritu argentino, con los grandes significantes e ideas del país, se han ido tan adentro, que el monstruo argentino los ha dañado y les ha hecho mucho mal. La extrema lucidez puede enfermar en un lugar donde nadie quiere reflexionar sobre el mal que nos aqueja a todos. Las ideas básicas, lo central, todavía no está fundado aquí; y posiblemente haya que volver a repensar el lugar de todos nosotros en esta sociedad. Como idea final digo: sigamos con lo inconcluso porque siempre es lo más hermoso; la idea más chiquita está inscripta ahí, lo que no llegás a ver, a tocar. Pero no dejemos de pensar en alguna forma cuyo objetivo habilite la felicidad de todos. Los dejo bien angustiados. Hubiera preferido ser Caetano Veloso y vivir en Bahía.