“Juan Domingo Perón elige como director del Zoológico a su hermano Mario. –dice el Dr. Romero–. Mario Perón era comisario del Neuquén, era policía y, cuando Perón es elegido, lo nombra a él. Roberto Galán me lo contó y lo recuerdo como si fuera hoy. Perón llamó al hermano por teléfono. Se deben haber encontrado y le debe haber preguntado: ‘¿Qué querés? ¿Una embajada?’. Y el comisario del territorio del Neuquén le dijo que quería ser director del Zoológico, ‘porque me interesan los animales’.”

“Mal que les pese a los gorilas, Mario Perón fue un excelente director del Zoológico. Después, cuando vino la Revolución Libertadora, se crea toda una leyenda según la cual la dirección del Zoo había estado en el oscurantismo. Sin embargo, es fácil darse cuenta de que esto no tiene asidero. El recinto de los leones del Zoo tiene una placa que dice claramente cuándo fue inaugurado, y fue inaugurado por Mario Perón. Ese recinto no era moderno, era ultramoderno para la época, porque cambiaba jaula por recinto. Ahora, en la actualidad, cambiamos recinto por ambiente sustituto.”

La presencia de su hermano en el Zoo le servía a Perón para usar ese paseo público como lugar de descanso familiar.

“El asunto es que Perón era un tipo muy popular y uno se pone a pensar, cómo descansa un tipo muy popular, cómo se rasca un tipo así el sábado a la noche. Perón, en su primera presidencia, habitaba la casa de la calle Austria, donde hoy está la Biblioteca Nacional. Se iba a San Vicente los fines de semana a esa quinta donde descansa hoy y ¿a dónde se iba también? A comer un asado con el hermano al Zoológico. 23 hectáreas para caminar, para charlar con Evita, con su hermano, para pelotudear sin que nadie le dijera: ‘General... sabe que mi chico no come’. No sé si se quedaba a dormir o no, pero Galán me aseguraba que cuando Perón quería descansar, rajar, esconderse un poco, se iba al Zoo a la noche, el sábado a la noche, a comer un asado con el hermano y su familia.”