La respuesta inicial al libro, en 1987, fue intensa. Se presentó en la Feria del Libro de Frankfurt y un periodista me espetó en tono agresivo: “¿No le parece de mal gusto hacer un tebeo sobre Auschwitz?”. Me gustó mi respuesta. Dije: “No, creo que Auschwitz era de mal gusto”.

Insistí en que las ediciones extranjeras conservaran la portada de Pantheon, pero mi editor alemán, Michael Naumann, me explicó que la ley alemana prohíbe mostrar una esvástica, salvo en trabajos de investigación histórica seria. ¡Consiguió permiso del gobierno alemán para publicar mi portada! Pero en el descabellado mundo de las consecuencias no intencionadas, a los pocos años vi un documental sobre los skinheads en Alemania y uno de ellos tenía un poster de Maus en el dormitorio: ¡era la única esvástica que había conseguido, pobre tipo!