"No puedo descartarlo pero por lo que veo no, creo que no. No estoy seguro", con estas palabras Rafael Bielsa, ex canciller y actual diputado nacional cerró la recorrida que el último viernes realizó al predio donde funcionara el centro clandestino de detención conocido como La Calamita. En medio del más estricto silencio hacia los medios de prensa, Bielsa pudo completar la recorrida en poco más de dos horas. En verdad no era primera vez. En diciembre de 2003, luego que la periodista de Rosario/12 Alicia Simeoni revelara la existencia de un centro clandestino conocido como El Fortín o El Castillo, el entonces canciller llegó a Funes para recorrerlo y establecer si esta era la construcción donde había estado detenido en plena dictadura. En este sentido alguien que conoce de cerca la causa judicial confió a este diario que "en principio de todas las construcciones que vio Bielsa, las que más se acerca al lugar donde estuvo detenido es El Castillo".

Bielsa llegó pasadas las 12 a los tribunales federales y se encaminó hacia Granadero Baigorria acompañado por una nutrida comitiva, compuesta por el juez federal subrogante Nº 4 German Sutter Schneider, el fiscal Nº1 Ricardo Vázquez, Jorge García Cupé como abogado defensor de los represores Oscar Pascual Guerrieri y Ruben Fariña involucrados en la causa, y representantes de la defensoría oficial y de la fiscalía ad hoc a cargo de Griselda Tessio.

Una vez en el lugar los funcionarios judiciales exhibieron la orden de allanamiento porque la propiedad sigue estando ocupada por la familia Sosa como desde hace una década en su rol de cuidadores del predio que pertenece Benzadón.

Bielsa recorrió el predio y trató de desentrañar en su memoria si el pozo que observaba pudo haber sido el sótano donde pudo haber estado detenido. "Son 30 años y la edificación no es la misma" confiaba a sus interlocutores ocasionales, apuntando a las dificultades para reconocer claramente el lugar donde estuvo secuestrado.

En verdad el inmueble fue varias veces modificado, no sólo por arreglos menores sino por una brutal destrucción de dos de sus galpones. Según relató el actual ocupante hace unos dos años una viento derrumbo algunos árboles, excusa con la ingresó maquinaria pesada para proceder a terminar de derrumbar las estructuras afectadas, ubicadas en la parte posterior y lateral del casco principal.

Según testigos de la recorrida, Bielsa ingresó, como es lógico, muy tenso al predio habida cuenta de la historia del mismo, y se mostró muy concentrado tratando de recordar cada detalle que pudiera brindarle alguna pista exacta para identificar el lugar. "No se quebró en ningún momento, y no estaba conmocionado. Como pasa en estos casos la persona está muy tensa, pero Bielsa se mostró muy concentrado en lo que veía, observando mucho tiempo cada rincón, caminaba, iba y venía constantemente tratando de rearmar a partir de sus recuerdos su propia historia, comparándola con el sitio donde estaba. Y la verdad es que no estuvo muy convencido, se mostró con muchas dudas. Buscaba por ejemplo un lugar con azulejos donde lo habían torturado y le costaba ubicarlo", según confió a Rosario/12 un testigo de la medida judicial.

En síntesis la medida destinada al reconocimiento duró más de dos horas y tuvo un resultado ambiguo. Pero tuvo un rasgo distintivo: el juez federal permitió participar a los defensores de los represores señalados como partícipes y responsables de este centro clandestino para tratar de evitar así cualquier posible impugnación futura que pudieran presentar, y derivar en una nulidad procesal", según explicó una fuente judicial a este diario.