"Tenemos un proyecto muy ambicioso para esta casa, pensándola como un epicentro histórico y cultural de la zona", dice el director del centro. Durante estos últimos años hemos hecho mucho en el rescate del patrimonio histórico de los barrios. Esta casa fue un desafío, porque su rescate tenía que ver con la idea de patrimonio en acción. Para nosotros la política patrimonial no tiene que ver solo con preservar, sino que un concepto dinámico, vivo, que está directamente emparentada con la historia de lucha que ha tenido esta casa".

En este sentido, la Casa de la Cultura tiene planificado sumarse al circuito de actividades culturales que desarrollan otros espacios de la ciudad como la Sala Lavardén o la Plaza Cívica, sin que eso vaya en desmedro de la función social que la casa venía cumpliendo en el barrio. "Trabajamos dentro de lo cultural con un concepto muy amplio, incluyendo por ejemplo, todo lo que es el mundo del trabajo, algo fundamental para un barrio de raigambre netamente obrera como es Saladillo", comenta Durá. Con más de treinta talleres y una biblioteca popular, la "Arnoldo Ross", la Casa de la Cultura da lugar de manera cotidiana a los más de 600 vecinos que asisten a numerosos cursos de capacitación para adultos. Además, cuenta con una sede la de Defensoría del Pueblo, un Centro de Jubilados y hasta un Centro de Atención a la Víctima.