Viernes, 27 de noviembre de 2009 | Hoy
Por Albertina Carri
Me resultan extraños –sospechosos– los términos en que algunos sectores intentan instalar la discusión sobre el matrimonio de personas del mismo sexo. ¿Será que últimamente no tomo muchos taxis?, me pregunto antes de dormir. Es que no puedo entender –disculpas por mi ingenuidad– por qué estamos condenados a discutir determinados temas con fanáticos católicos que se llenan la boca hablando de “lo natural”. ¿Por qué, señores legisladores, se invita a miembros de una institución, que ha cometido los peores holocaustos en la historia de la humanidad, a conversar sobre temas humanísticos? ¿En qué términos morales y/o éticos puede hablar de lo natural una doctrina que se ha dedicado a asesinar a lo largo de siglos y siglos a los seres humanos? Pensemos en las miles de mujeres quemadas por brujas, pensemos en los herejes, en los judíos, en los protestantes, en los luteranos, en los gitanos, en los homosexuales, asesinados por la Iglesia Católica. Me dirán que eso fue hace mucho; acerquémonos en tiempo y espacio, recordemos la espantosa participación de esta institución en la última dictadura militar. Ya que les gusta citar las palabras de sus ilustres miembros, citemos al párroco condenado por crímenes de lesa humanidad, Von Wernich, cuando declaró en el año ‘85 a la revista Siete Días: “Si se torturó a alguien, no fue más que a algún negrito”. ¿A qué se refiere con “natural” una institución que a lo largo de su historia ha demostrado que “lo natural” es matar al diverso?
Agradezco a mi diosa protectora no haberme hecho natural, así como lo dice la Iglesia. Porque lo natural en mí es amar por sobre todas las cosas a mi mujer y a mi hijo; y podrán discutir todo lo que quieran en los términos que quieran, pero lo natural en cualquier civilización del mundo es que el amor esté protegido por la ley.
Cineasta
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