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Los cárteles de la droga de Juárez, bajo el mando de Vicente Carrillo, y el de Sinaloa, cuyo líder es el prófugo Joaquín "Chapo" Guzmán, libran una guerra para controlar el mercado local que alcanza 130 mil adictos en la ciudad de 1,3 millones de habitantes, y para ganar las rutas de traslado de la droga hacia Estados Unidos, el mayor mercado consumidor de cocaína del mundo.

Los asesinatos en Ciudad Juárez, la urbe más violenta de México, llegaron a 311 en septiembre, pese a la presencia de 8500 militares en esa localidad, donde entre los 36 asesinados del fin de semana, cinco jóvenes fueron asesinados a balazos en un bar.

"Cerca de las 2 de la mañana llegaron 10 hombres armados con rifles de asalto para matar a cinco hombres, de entre 25 y 30 años", aseguró la secretaría de Seguridad Pública Municipal.

Los testigos indicaron que los agresores tenían identificadas a las víctimas, quienes bebían en una mesa del bar. "Las pusieron en un rincón y les dispararon con armas calibre 45 y AK-47, e inmediatamente huyeron", añadió el informe.

Otra mujer fue asesinada el domingo por la noche en la ciudad fronteriza, cuando su automóvil estaba detenido en un semáforo y varios hombres armados le dispararon, según informó la suprocuraduría estatal que reportó además los homicidios de otros seis hombres.

El domingo la violencia tomó mayor fuerza con la ejecución de 18 personas, entre ellas "tres sujetos que fueron encontrados en el baño de una estación de combustible".

Entre los asesinados del sábado la subprocuraduría reportó también el hallazgo de una cabeza humana, colocada sobre una barda de piedra, en una autopista de Chihuahua.

El gobierno mexicano emprendió desde diciembre de 2006 un lucha frontal contra los cárteles de la droga con el desplazamiento de cerca de 50 mil militares a lo largo y ancho del país, pero las disputas entre estas organizaciones criminales ya han causado 14 mil muertos en el mismo periodo.