20:38 › "LA FICCIóN ES UN EJERCICIO DE SOBERANíA"

Muñoz Molina, de Úbeda a Asturias

Antonio Muñoz Molina fue distinguido con el Príncipe de Asturias de las Letras, que volvió a celebrar a un autor en lengua castellana 13 años después de que lo obtuviera el guatemalteco Augusto Monterroso. Desde la Casa de América en la capital española, el autor sostuvo que "no creo que la carrera de un escritor se pueda medir por los premios que recibe (...) La literatura es gente que escribe y gente que lee; hay muchos que participan en ella y luego puede venir el premio o no".

Ganador de numerosos galardones y tras imponerse al irlandés John Banville y al japonés Haruki Murakami, el español señaló: "Me siento muy agradecido y contento, pero soy consciente de que hay otros muchos que merecían este premio".

Muñoz Molina, el autor más joven en recibir el galardón, quien regresó a su país desde Nueva York hace pocos días, donde pasa la mitad del año junto con su mujer, la también escritora Elvira Lindo, estaba relajado y contento.

"El escritor sólo puede crear creando en torno suyo un espacio de libertad radical. Además, para escribir hay que situarse siempre, inevitablemente, en la posición de un 'principiante'. Porque lo que se ha aprendido para escribir un libro no sirve para escribir el siguiente", agregó.

Muñoz Molina habló de la suerte de haber empezado a escribir en la época en la que lo hizo, en los albores de la democracia en España, tras casi 40 años de dictadura de Francisco Franco, cuando publicó su primer libro "Beatus ille", en 1986. "Llegamos a los lectores en los años 80, en una época excepcional y tuvimos la suerte de contar con un público que quería leer nuestra literatura", afirmó.

"En la transición vino bien la presencia del Rey, en ese momento fue útil. Ahora, creo que las personas que encarnan la institución no han estado a la altura de las circunstancias. Eso está claro", aseguró en un despacho de la agencia EFE el novelista y ensayista, cuya obra fue traducida a más de veinte idiomas.

El autor de "Todo lo que era sólido", su último ensayo sobre la crisis y la monarquía, agregó "mi opinión sobre los Príncipes de Asturias es limitada, porque los conozco poco, pero me parecen que son excelentes personas en una posición imposible". Con este libro, Muñoz Molina indicó que ha querido suscitar "un debate verdadero sobre la situación actual de España". "Es un intento de explicarme aquello que existe y que puede dejar de existir. No es una acusación contra nadie, ni mucho menos. Es un ejercicio de autocrítica, porque yo he sido consciente de muchas cosas, pero de otras, no".

A pesar de la crisis en España, Muñoz Molina no es pesimista en relación a la literatura, que para él, "nunca ha sido un fenómeno de masas, y creo que, comparativamente, los lectores de ahora siguen siendo muy sofisticados en muchos casos". Aún así alertó que "con el pretexto de la crisis y de las nuevas tecnologías, cosas que estaban arraigadas en España puedan desaparecer, como la educación, las bibliotecas y las librerías. Y si desaparecen, la literatura saldría perjudicada".

Finalmente, el flamante ganador, que recibirá el premio en octubre en la ciudad de Oviedo, aprovechó para reivindicar la ficción por un motivo esencial: "La necesitamos más que nunca porque es un ejercicio de soberanía, es negarnos a aceptar que la realidad sea como dicen los que mandan", concluyó.

El jurado subrayó en el fallo "la hondura y la brillantez" con que el escritor ha narrado fragmentos relevantes de la historia de España, episodios cruciales del mundo contemporáneo y aspectos significativos de su experiencia personal". Muñoz Molina (1956), que se impuso a candidatos como Luis Goytisolo o Haruki Murakami, empezó a estudiar Periodismo en Madrid y se trasladó después a Granada, en cuya Universidad se licenció en Historia del Arte y donde vivió durante veinte años.

Allí trabajó como funcionario, mientras colaboraba como columnista en el ya desaparecido Diario de Granada. A lo largo de los años ha seguido colaborando como articulista en la prensa, publicando en ABC, El País, Ideal o las revistas Muy Interesante y Scherzo.

Intelectual comprometido y observador de la realidad, Muñoz Molina concibe la escritura como un atesoramiento personal de experiencias compartidas, como "una persecución del fugitivo momento en que el recuerdo se trueca en deslumbradora certeza estética". Periodismo y literatura se funden en su obra, de estilo sobrio, refinado y depurado, sin artificios innecesarios y cierto tono melancólico.

El escritor se consolidó como uno de los grandes novelistas en lengua española pero es también un gran articulista y ensayista, defensor de la tolerancia y muy crítico con la corrupción política. En 1984 publicó su primer libro, "El Robinson urbano", una recopilación de los artículos aparecidos en el Diario de Granada, y dos años después apareció su primera novela, "Beatus ille", donde aparece ya la ciudad imaginaria de Mágina, trasunto de Úbeda -su ciudad natal-, que utilizará en obras posteriores.

Con "El invierno en Lisboa" (1987) ganó el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa y en 1991 el Premio Planeta por "El jinete polaco", con el que obtuvo asimismo al año siguiente el Nacional de Narrativa. Luego iría firmando otras muchas que lo irían consagrando como escritor, entre ellas "Plenilunio" (Premios Fémina a la mejor novela extranjera y de los lectores de Crisol), "Sefarad", "Ventanas de Manhattan" o "La noche de los tiempos" (Premio Mediterráneo 2012 a la mejor novela extranjera), ambientada en los primeros días de la guerra civil española.

Con su obra traducida a más de veinte idiomas, Muñoz Molina, académico de la Academia de la Lengua desde 1995, ha disfrutado desde muy pronto del fervor del público y de la crítica, pero él suele decir que ser escritor "no tiene nada de excepcional".

"La literatura es un alimento tan sencillo como el pan y el agua, y un exceso de intelectualización la convierte en algo horrendo", aseguró en una entrevista este escritor que, por muy sólida que sea su carrera, se sigue considerando "un principiante" cada vez que comienza una novela.

Novelistas tan importantes como los premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y Camilo José Cela también fueron premiados con el Príncipe de Asturias en esta categoría. El de Letras es el quinto Príncipe de Asturias que se concede este año, cuando se cumple su 33ra edición; anteriormente fueron otorgados el premio Príncipe de Asturias de las Artes al cineasta y dramaturgo austríaco Michael Haneke, el de Ciencias Sociales a la socióloga holandesa Saskia Sassen, y el de Comunicación y Humanidades a la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz.

Cada uno de los premios, creados en 1981, está dotado con 50.000 euros (65.000 dólares) y una escultura diseñada por el artista Joan Miró. Los galardones se entregarán en octubre en Oviedo, en un acto presidido por los príncipes de Asturias, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, herederos de la corona española.

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