22:55 › UN CONFLICTO QUE NO CESA

El G8 apostó por una "transición democrática" en Siria

Al término de la cumbre anual de dos días, celebrada en Lough Erne, Irlanda del Norte, los jefes de Estado y de Gobierno de Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Rusia, Alemania, Francia, Canadá e Italia acordaron celebrar conversaciones de paz lo más pronto posible para poner fin a la guerra civil.

El encuentro estuvo marcado por la guerra entre el gobierno del presidente Bashar Al Assad y la oposición armada, que según la ONU ya dejó más de 93.000 muertos desde su inicio en marzo de 2011 y dividió profundamente a la comunidad internacional. En la cumbre, el G8 se comprometió a dedicar otros 1500 millones de dólares de ayuda humanitaria a Siria y expresó su disposición a "liderar el apoyo internacional para una transición democrática" en un país que sufre la "amenaza del terrorismo y el extremismo" por un conflicto de "creciente naturaleza sectaria".

El comunicado final sobre Siria no explicitó cuál debería ser el rol futuro de Al Assad en esa transición democrática, debido a que el presidente ruso, Vladimir Putin, resistió los intentos de los demás líderes de convencerlo de la necesidad de que el mandatario sirio dé un paso al costado.

La oposición siria ya dijo que no negociará con Damasco a menos que renuncie Al Assad, y el presidente sirio, envalentonado por una serie de recientes victorias del Ejército sobre el terreno, afirmó que no piensa dimitir hasta el final de su mandato, en 2014, e incluso que no descarta ser candidato a la reelección.

El primer ministro británico y anfitrión de la reunión, David Cameron, admitió hoy "profundas divergencias" en el G8, un día después de que los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Barack Obama y Vladimir Putin, reconocieran en público ante los periodistas que sus visiones sobre la guerra civil en Siria "no coinciden".

En ruedas de prensa separadas, Cameron opinó que los líderes de los países ricos y Rusia fueron capaces de "superar" esas divergencias para marcar una hoja de ruta que lleve a una solución al conflicto, según informó la agencia de noticias EFE. Por su parte, Putin señaló que el fin del "baño de sangre" sólo llegará "con medios políticos y diplomáticos".

Aun así, Putin no cerró la puerta a suministrar armas al gobierno sirio -si Rusia "concluye contratos de ese tipo, los cumpliremos", dijo- al tiempo que volvió a expresar su oposición a entregar equipamiento militar a los rebeldes que combaten a Al Assad.

En el comunicado final, los países del G8 resumieron en todo caso sus coincidencias sobre cuál debe ser, en su opinión, la salida a un conflicto de preocupantes consecuencias humanitarias, que pasaría por la rápida convocatoria de la conferencia de Ginebra. Aseguraron que apoyarán "cuanto antes" esa reunión de las partes en conflicto en Suiza, pero sin fijar una fecha concreta ni quiénes serán los integrantes de las delegaciones, más allá de señalar que deben "representar a la población siria" y comprometerse a "la estabilidad y reconciliación en el país". Asimismo, el G8 se comprometió a luchar contra el terrorismo y a enfrentar la inestabilidad que conlleva en el mundo, especialmente en el norte de África y Oriente Medio.

En Siria, mientras tanto, al menos veinte personas murieron durante la jornada en un ataque realizado con misiles Grad contra la vivienda de un diputado oficialista en la norteña provincia de Idlib. Los proyectiles impactaron contra el domicilio de Ahmed al Mubarak, jeque del clan Bani Ezz, en la localidad de Abu Dala, situada 40 kilómetros al sudeste de la población de Maaret al Nuaman, en Idlib.

El diputado, conocido por su apoyo al gobierno de Al Assad, salió ileso del ataque, en tanto su hermano no corrió la misma suerte y fue uno de los fallecidos. El Observatorio por los Derechos Humanos, exiliado en Londres, denunció que después del impacto de los misiles estalló un camión cisterna con combustible dentro del propio complejo residencial.

Pese a que hace unos días combatientes del rebelde Ejército Libre Sirio (ELS) asesinaron a un ayudante del parlamentario, los opositores culparon al Gobierno por el episodio. Por otra parte, grupos de activistas contrarios al gobierno de Al Assad aseguraron que los combates entre fuerzas gubernamentales e insurgentes se intensificaron en los alrededores del campo de helicópteros de Al Kuires, ubicado en la provincia sureña de Alepo.

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El presidente ruso, Vladimir Putin, resistió los intentos de los demás líderes de convencerlo de la necesidad de que el mandatario sirio dé un paso al costado.
 
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