El nombramiento de Dilma Rousseff fue anunciada durante la convención nacional del Partido de los Trabajadores, la mayor fuerza progresista de América Latina y que gobierna Brasil desde 2003, que se reunió para ese fin bajo el lema "Más cambios, más futuro".

Pese a que la candidatura de Rousseff era dada como cierta desde hacía varios meses por el PT, hasta ahora no había sido formalizada, lo que permitió que en los últimos meses surgiera un movimiento dentro del partido que defendía la postulación de Lula.

La mandataria lidera con amplitud las encuestas de intención de voto, aunque perdió apoyos desde principios de año debido al débil desempeño económico del país. "Brasil quiere seguir cambiando de la mano de aquellos que ya demostraron que tienen capacidad de transformar profundamente el país y mejorar la vida de nuestro pueblo", comentó Rousseff ante los 800 delegados de la convención.

Estuvo acompañada, entre otros, por Temer y su mentor político, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien reafirmó su sintonía con Rousseff y afirmó que "vamos a demostrar que es posible que una presidenta y un expresidente terminen su mandato sin que haya ninguna fricción entre los dos, demostrando que es plenamente posible que creador y creadora vivan juntos en armonía".