Martes, 31 de marzo de 2015 | Hoy
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La última compañera de Rodolfo Walsh, periodista de Página/12 desde su fundación, murió esta mañana, a los 71 años, en la ciudad de Buenos Aires. Será velada en la Biblioteca Nacional entre las 21 de hoy y las 12 de mañana, cuando será trasladada a Junín, su ciudad natal. El 25 de marzo de 2007, al cumplirse 30 años del asesinato del autor de la "Carta abierta a la Junta Militar", Lilia lo recordó en una nota en el suplemento Radar, que ahora se reproduce en su homenaje.
Alguna vez, Walsh reconoció en Las cosas que quiero: "Lilia mis hijas el trabajo oscuro que hago los compañeros el futuro los que no obedecen los que no se rinden los que piensan y forjan y planean los que actúan el análisis claro la revelación de lo escondido el método cotidiano la furia fría los títulos brillantes de mañana la alegría de todos la alegría general que ha de venir un día la gente abrazándose la pareja en su amor la esperanza insobornable la sumersión en los otros".
Lilia trabajó en la editorial Jorge Álvarez, en los diarios La Opinión y Página/12 y en los últimos años se desempeñó como asesora de la Secretaría de Derechos Humanos. Coordinó el espacio de la exEsma, el lugar adonde fue llevado el cuerpo de Walsh tras ser asesinado en la calle, ahora ocupado por diversos centros culturales volcados a la promoción de la memoria.
“Tuve muchos trabajos pero todos ligados a mi idea de transformar este mundo”, dijo hace unos años en un reportaje en canal Encuentro, donde no dudó en considerar al autor de Operación masacre como “mi gran amor”. Se habían conocido en 1967, cuando Walsh le firmó un libro de cuentos suyo y poco después esa atracción inicial los convirtió en pareja durante casi una década.
Juntos atravesaron la etapa en que el periodista dirigió el periódico de la CGT de los Argentinos, la militancia en el peronismo revolucionario y, las tras la “primavera camporista”, el pase a la clandestinidad.
En 1975, se “replegaron” y alquilaron una casa en la localidad de San Vicente, donde Walsh se presentó como traductor y profesor de inglés.
Fumadora empedernida, Lilia repetía que tras la muerte de Walsh y la desaparición de gran parte de sus compañeros y amigos de entonces había pasado años de desazón y exilio interno. El proceso político abierto en 2003 -y en especial tras la derogación de las leyes del perdón- “me devolvieron las ganas de vivir”.
Recién en 2010, en el segundo juicio por los crímenes de la Esma pudo declarar sobre el asesinato de su compañero y exhibió ante el tribunal un documento histórico: unas hojas amarillentas escritas por Walsh 33 años antes en su Lettera, y replicadas con carbónico para ser enviadas a los medios de difusión nacionales y extranjeros, los originales de la Carta Abierta a la Junta Militar.
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