Al solicitar la confianza del Parlamento para formar un nuevo ejecutivo, lo que podría lograr el próximo sábado, el conservador Mariano Rajoy reconoció que le espera un gobierno en minoría en España y que tendrá que negociar con sus adversarios: "Cualquier ley (...) tendrá que ser fruto del acuerdo, de la negociación y del entendimiento", señaló el presidente en funciones, de 61 años, al admitir que "cada día tendremos que construir una mayoría para la gobernabilidad", en su discurso ante el Congreso.

"No sé qué dificultades surgirán en el camino del futuro gobierno, sin duda no serán pocas, ni pequeñas. Mi partido y yo mismo estamos todos dispuestos a afrontarlas y a soportar los sacrificios que sean necesarios", afirmó. Ofreciendo un "gobierno abierto y de diálogo", el mandatario saliente pidió ser investido porque "España no admite más demoras", tras diez meses de bloqueo político que ya amenazan con resentir la economía.

El tiempo apremia además porque el lunes vence el plazo tras el cual, de no haber un nuevo gobierno, se disolvería el Parlamento y se convocarían elecciones legislativas, las terceras en un año. Pero Rajoy, en el poder desde 2011, confía en ser investido antes gracias a la abstención de los socialistas, la segunda fuerza política de la península ibérica, que le permitirá ganar la segunda votación por simple mayoría.

Tras meses de un "No" rotundo a Rajoy, los socialistas giraron 180 grados en su posición, en medio de una crisis interna que llevó a su secretario general a dimitir. "Nosotros estaríamos votando no a Rajoy eternamente, pero no se trata de nosotros, se trata del país, y el país necesita desbloquearse", justificó la diputada socialista Isabel Rodríguez.

El PSOE ya advirtió, sin embargo, que facilitar un nuevo gobierno conservador no significa que le proporcionará estabilidad ni le garantiza su apoyo para aprobar los presupuestos del Estado, una de las prioridades de la nueva legislatura. España debe enviar el presupuesto cuanto antes a Bruselas, que pide a Madrid un ajuste de más de 5500 millones de euros para cumplir con el objetivo de déficit marcado por la Comisión Europea.

Con un nuevo gobierno se acabarán unos inéditos diez meses de parálisis política en España, que estuvo ese tiempo bajo un gobierno transitorio, muy limitado en sus capacidades. El bloqueo comenzó en diciembre de 2015, cuando los españoles, cansados de la corrupción y la austeridad, llevaron al Parlamento a dos nuevas formaciones, Podemos (izquierda radical) y Ciudadanos. El Congreso de los Diputados quedó entonces fragmentado entre esos nobeles partidos, el PP y el PSOE, incapaces de formar alianzas de gobierno.