Lagarde insistió en la "determinación de los socios" europeos luego de participar del encuentro convocado por el presidente francés, Nicolas Sarkozy; la canciller alemana, Angela Merkel, y los máximos responsables de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.

Antes de acudir a una nueva cita con todos los socios europeos, a la que había sido invitado Papandreu, para advertirle de las consecuencias de su proyecto de referéndum, Lagarde realizó un breve panorama de la economía global: "Vemos que el crecimiento se ralentiza, inclusive en las economías emergentes y, por eso, el FMI ha revisado a la baja sus expectativas de progresión del Producto Interior Bruto (PIB) para el año próximo", indicó.

Remarcó que esa desaceleración "afecta a todos los actores", aunque las economías emergentes se están comportando mejor que los países desarrollados, y señaló que se perciben "riesgos negativos en el horizonte" porque el contexto financiero está afectando a las empresas, sobre todo en lo que respecta a la inversión. Igualmente alertó de que la crisis amenaza con acarrear un riesgo social que se manifiesta en el creciente cuestionamiento al modelo económico vigente.

Pese a todo, puso el acento en que "siempre hay esperanza y un camino para el crecimiento", aunque a continuación reconoció que muchos países disponen de un margen muy limitado por la situación de sus finanzas públicas. La exministra francesa de Finanzas enumeró una serie de grandes desafíos para la economía mundial, y en primer lugar mencionó el de las deudas soberanas que, puntualizó, "no es sólo un problema de la zona euro". Por último, se refirió a la necesidad de que las entidades financieras sean suficientemente sólidas para afrontar la crisis, y defendió la necesidad de que todos los países realicen capitalizaciones suplementarias y "reformas estructurales", cuya base debe ser el libre comercio y un entorno previsible.