“No hay relación entre el glifosato y el cáncer”

El reportaje ya estaba terminando y Pablo Piovano, el fotógrafo de Página/12 que acaba de realizar la muestra El costo humano de los agrotóxicos en el Palais de Glace, le preguntó al ministro Lino Barañao. Piovano recorrió por cuenta propia 6000 kilómetros de áreas rurales de Entre Ríos, Chaco, Córdoba y Misiones para ser testigo del efecto del uso de agrotóxicos en los pobladores. –Tenemos casi el 60 por ciento del territorio cultivable del país con transgénicos en donde se utilizan más de 300 millones de litros de agroquímicos. ¿Usted cree que se está contemplando la situación sanitaria? –Nosotros sí la estamos contemplando. Estamos realizando estudios con la Facultad de Farmacia y Bioquímica monitoreando presencia de agroquímicos en suelo, efectos en las poblaciones. Salió un nuevo estudio en Nature en el que se comprobó que no hay relación entre el glifosato y cáncer. –La Organización Mundial de la Salud reconoció los efectos nocivos en el 2015. –El glifosato puro no tiene relación con el cáncer. El tema son los excipientes, con qué viene acompañado, y cómo se aplica. Es muy importante esta empresa que se ha lanzado hace poco en Bariloche, esa unión entre Grobocopatel y el Invap para darle al productor un software que le permita optimizar cuánto fertilizante, cuánta semilla va a poner, cómo va a regar para no poner demás. Tiene el incentivo de que gasta menos plata y al mismo tiempo conserva el medio ambiente. –¿Ha visto los estudios de la Universidad de Córdoba y de Rosario donde demuestran que a partir de muestras en suelo y en agua, en algunos pueblos se han incrementado entre dos y tres veces los casos oncológicos. –En muchos casos cuando han ido investigadores a ver, están fumigando al lado de una población, ahí tiene que ir preso el que lo hace. En otros casos viven al lado de un basural, se mide y hay plomo, cadmio, una cantidad de cosas, no ha sido posible establecer una relación causal. El glifosato es como cualquier antibiótico. –Usted tuvo una frase muy polémica, dijo que el glifosato podía ser como agua con sal. –No, yo dije que está mal incluso fumigar con agua y sal. El que fumiga en zonas pobladas tiene que ir preso. Lo que decimos es que hay que aprovechar las normas que elaboró el Ministerio de Agricultura en su momento, fumigar como se debe, en la mínima proporción, el operador tiene que estar protegido. No hay que usar los recipientes del glifosato para buscar agua y tomarla de ahí. Si Europa no va a comprar granos a futuro, si cualquier agroquímico está fuera de las normas, también va a ser un problema para la exportación. –El tema es que no parece haber manera de regularlo. –Manera de regularlo hay, lo que no hay es poder de policía para controlarlo. En la medida en que se vea que se le cancela la licencia a alguien por eso, se va a cambiar.

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