UNIVERSIDAD
Guerra de espías y denuncias de ñoquis en la Facultad de Medicina
Un ex subsecretario dijo que es seguido por un empleado. Los alumnos aseguran que varios graduados cobraban sin trabajar.
Por Javier Lorca
“Se está usando como policía política al personal de la Facultad de Medicina”, denunció Adrián Gindín, hasta hace pocos días subsecretario de esa unidad académica de la UBA. Como ya informó Página/12, la facultad atraviesa un profundo conflicto interno que enfrenta a la mayoría de estudiantes, parte de los graduados y la minoría docente versus la mayoría de los profesores y el resto de los egresados. Gindín pertenece a este último sector, desde el que acusa a sus rivales políticos de hacerlo seguir por un empleado no bien entra en la facultad: “Cada vez que voy al baño, un no docente tiene casualmente las mismas necesidades fisiológicas que yo. Si esto no es fascismo, en el mejor de los casos es voyeurismo”, ironizó. Todo esto fue desmentido por el secretario de Extensión, Efraín Benzaquén, que integra el otro grupo: “Es falso. Si bien Gindín no era ñoqui, está en un grupo de graduados que eran ñoquis”, disparó.
El bloque que constituía la mayoría oficialista, el sustento de la gestión del decano Salomón Muchnik, se rompió el mes pasado. Los consejeros estudiantiles (que abandonaron Franja Morada y constituyeron la agrupación QRS) se aliaron con la minoría de profesores y de graduados, más otro egresado que se abrió de la mayoría radical. Así, pasaron a tener 9 de los 16 votos del consejo directivo. Desde esa posición de poder, produjeron una reforma de la estructura interna de la facultad y un recambio de varios funcionarios. Tres secretarías fueron disueltas: las de Educación Médica, de Relaciones Institucionales y de Relaciones Internacionales, cuyas incumbencias pasaron a depender de una nueva, la Secretaría de Docentes, Graduados y Relaciones con la Comunidad.
Gindín –que es docente en la cátedra del rector y profesor Guillermo Jaim Etcheverry– era subsecretario de Tecnología Educativa, una de las áreas transferidas y reformadas. En desacuerdo, presentó su renuncia, con duras críticas a los estudiantes y a los profesores que ahora recuperaron espacio. “En Medicina no se vive una pequeña crisis. Lo que ha sucedido es precisamente que la contaminación de prometer una cosa para luego hacer la otra ha calado muy hondo. Tan hondo que la traición de cuatro dirigentes al mandato dado en las urnas permite hoy la reaparición de los viejos actores del autoritarismo y el fraude, luego de que con la fuerza de los votos se desplazara al proyecto ferreirista”, señala Gindín en un escrito enviado a este diario, donde acusa a los ex Franja de haberse sumado a los sectores que antes apoyaban al ex decano menemista Luis Ferreira.
Su denuncia sobre los empleados espías que lo seguirían fue rebatida así por sus adversarios políticos: “Ningún empleado lo sigue. Sí hay un militante nuestro que va a atrás de él sacando las calcomanías que él pega en la facultad –dijo Benzaquén–. Le sacamos fotos y lo vamos a denunciar en la Justicia por pegar afiches que dicen ‘QRS, Queremos Robar Sueldos’”.
Para el grupo de graduados que integra Gindín, los consejeros estudiantiles son ilegítimos: “Se autoproclaman representantes de una nueva agrupación, QRS, que no participó de las elecciones. Pero los muchachos, más fieles a los puestos que a la gente que los eligió, se mantienen en sus cargos, votando con los ferreiristas”. Alejandro Todaro, consejero y presidente del centro, retrucó: “La agrupación estaba formada por Franja más independientes. Así decía la boleta en las elecciones. Con el paso del tiempo, los radicales se fueron yendo y sólo quedaban dos personas de Franja. Entonces, nos replanteamos todo, en especial después de los desastres que hizo Franja Morada el año pasado –contó–. En las elecciones, la gente votó el trabajo que veníamos haciendo en los últimos años. Eso nos da legitimidad. Somos los mismos y pensamos lo mismo”.
El enfrentamiento se reflejó también entre los graduados. La Lista de Graduados Reformistas eyectó de sus filas al consejero Luis Ignacio Brusco porque “ha apoyado con su voto una resolución que permite que un consejero directivo sea secretario de la facultad –argumenta otra nota firmada por Gindín y enviada al decano–. El programa de gobierno con el que nuestra lista ganó, con el apoyo de más del 60 por ciento de los graduados, postula taxativamente esta incompatibilidad, por lo que el médico Brusco ha traicionado el mandato de los votantes” (ver aparte). En diálogo con este diario, Brusco aseguró que, antes de que se produjera esa “supuesta expulsión”, él ya había abandonado el bloque. “En realidad, lo que hubo fue una ruptura de la lista –dijo–. La rompimos porque no estamos de acuerdo con la corrupción, las prebendas y las situaciones poco claras de esta gente que históricamente perteneció a la gestión de Shuberoff.” La batalla promete seguir.