Domingo, 16 de febrero de 2014 | Hoy
Por Sylvia Iparraguirre
El cuento por su autor
Hay varios motivos y épocas entrelazados en este cuento, que tiene muchos años y al que sigo corrigiendo un poco maniáticamente, como quien ajusta una tuerca. Uno, muy lejano, cuando vivía con mis primas en nuestro departamento de estudiantes. Durante un tiempo un tipo nos llamaba por teléfono respirando en el tubo y diciendo obscenidades. Era un clásico de los pensionados de chicas o de los departamentos de estudiantes mujeres, un lugar común de la época. Otro, muchos años después, una película, mejor dicho algunas escenas de una película, en la que actuaba la actriz alemana Hanna Schygulla. Fue una época en que con Paula Grandío (experta en cine), Juan Forn, Abelardo Castillo y Flora Sarandón nos divertíamos en largas noches de cine alemán y de David Lynch (tampoco faltó Chuky, el muñeco maldito) en nuestro departamento de Pueyrredón. Las imágenes de Schygulla se sumaron a la idea básica que ya tenía: la de una mujer que acosa a un hombre por teléfono, situación en la que también pesa la paranoia del personaje masculino. Otro motivo, el último pero quizás el más importante, está en la subtrama apenas insinuada que el lector podrá “leer” o no.
Por encima de estas explicaciones va una razón muy sencilla. Siempre quise escribir un cuento de clima policial y “Schygulla en la madrugada” es ese intento.
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