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Una banda de hermanos que pasó a la historia grande
Se edita “Band of Brothers”, la miniserie de Spielberg y Tom Hanks sobre un batallón estadounidense en la Segunda Guerra Mundial.
Por Horacio Bernades
Salió al aire originalmente hace un año, tuvo un alto rating en Estados Unidos, estuvo nominada para 19 premios Emmy y ganó finalmente seis de ellos, en varias de las principales categorías. Producida por Steven Spielberg y Tom Hanks para la compañía Dreamworks, es la miniserie más cara jamás realizada (120 millones de dólares) y está considerada una de las mejores de la historia. En la Argentina se emitió por televisión a comienzos de este año, pero sólo en canales de cable premium, por lo cual fueron pocos los que pudieron verla. Ahora llega la oportunidad de ponerse al día, gracias al video. A partir del miércoles próximo, y a razón de una cajita por semana, AVH hará llegar a todos los videoclubes Band of Brothers, integrada por diez episodios de aproximadamente una hora cada uno. En total, será editada en seis videos. Los primeros cinco contienen la miniserie completa, de a dos episodios por casete, y el sexto ofrecerá un making-off de alrededor de dos horas de duración.
Band of Brothers sigue los pasos de la Easy Company, compañía de paracaidistas voluntarios que tuvo una destacada actuación durante la Segunda Guerra Mundial, participando –entre otras operaciones cruciales– del desembarco de Normandía, la famosa Batalla de Bulge y la toma del legendario refugio de Hitler en las montañas. Todas esas acciones son dramatizadas a lo largo de la producción de Spielberg & Hanks, a quienes la guerra vuelve a reunir, luego de Salvando al soldado Ryan. Con una fuerte participación británica en todos los rubros, la miniserie contó con una decena de guionistas rotativos (el propio Hanks, entre otros) e igual cantidad de realizadores. Entre ellos, los conocidos Phil Alden Robinson (El campo de los sueños), Richard Loncraine (Ricardo III) y David Leland (Ojalá estuvieras aquí). Dentro de un elenco integrado mayormente por actores poco conocidos, los nombres más identificables son los de David Schwimmer (el popular Ross de la serie “Friends”) y Donnie Wahlberg, más recordado por haber sido uno de los integrantes originales de The New Kids on the Block que por sus antecedentes en cine o televisión.
La ola de cine militar-propagandístico en que la miniserie se inscribe y los propios antecedentes de sus dos principales impulsores –quienes, además de haber hecho flamear la bandera de las barras y estrellas en Soldado Ryan, vienen apoyando resueltamente la guerra global emprendida por George W. Bush– daban para esperar una enésima muestra de patrioterismo yanqui, al estilo de La caída del halcón negro, Fuimos soldados y demás. Por alguna razón, los responsables de Band of Brothers se ocuparon de que no fuera así. A lo largo de sus más de diez horas de duración (los episodios suelen extenderse más allá de los 60 minutos), la miniserie exhibe un sesgo documentalista, limitándose a narrar, sin parlamentos patrióticos ni apelaciones al destino manifiesto, la formación y actuación de esta compañía de paracaidistas. De allí que no parezcan fuera de lugar las intervenciones de muchos de sus verdaderos ex integrantes, hoy septuagenarios u octogenarios, que al comienzo de cada episodio prestan testimonio a modo de preámbulo.
En el mismo sentido apunta el muy acertado criterio de selección del elenco, cuyos rostros anónimos refuerzan la sensación de protagonismo grupal, que parece recoger el legado de los films bélicos de Sam Fuller, desde Casco de acero hasta Más allá de la gloria. No es casual que la miniserie entera haya sido fotografiada por el talentoso Remi Adefarasin en una tonalidad de “blanco y negro verdoso”, que evoca aquellos films y colabora con la impresión de que la guerra no es precisamente un espectáculo colorido y glamoroso. Sin el menor exceso romántico-epopéyico, la música de Michael Kamen sintoniza la misma frecuencia. En cuanto a las historias, lucen libres de los clichés del género: no hay ninguna enfermera enamorada de un soldado, ni cartas de la mamá que llegan justo cuando el hijo se murió, ni soldados-santos que se arrojan de cabeza sobrelas bombas enemigas, ni cobardes súbitamente ascendidos a la gloria, ni altos oficiales de pura nobleza. Por supuesto que la intervención estadounidense jamás es puesta en cuestión, pero en este sentido debe recordarse que la Segunda Guerra no fue lo mismo que Corea, Vietnam o el Golfo. Detener el avance de las tropas nazis sigue pareciendo una causa más justa que defender algún supuesto Mundo Libre.