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Y sí, faltaría bajar algunos retratos más y unas cuantas estatuas y nombres de calles. Pero elijo recordar el momento en que ordenó al milico que baje los primeros y todo lo que siguió a eso sin medias tintas. Me quedo con la sorpresa de los retratos que sí colgó y hoy presiden la Sala de los Patriotas Latinoamericanos.

Y hablando de nombres, decir que Evo, Estela, Lula, Hebe, Hugo y otros se hicieron apelativos afectivos y corrientes cuando antes eran Bernardo y Mariano.

Claro que sería bueno abrir unos cuantos frentes más contra los poderes que se concentran afuera y adentro. Pero hoy me quedo con los que sí se abrieron y recuerdo la cadena nacional cuando la Corte menemista se soliviantó, y el cierre de la oficina del FMI en el Ministerio de Economía y el estadio colmado contra el ALCA en las narices de Bush.

Me queda la felicidad que sentí cuando por primera vez recibimos con honores al comandante Fidel Castro, que nos arengó a miles desde una tribuna callejera en nuestra patria.

Celebro como socióloga que por primera vez mi tarea desde el Estado cobró sentido concreto para los más vulnerables y. por una vez, no me resultó indecente la palabra beneficiario.

Y sin ser peronista siento que se va un compañero, un militante, un presidente importante y digno. Queda un proyecto que siento mío, igual que a ese presidente que no voté.

Y en la plaza, siendo plaza, me entretejo en la trama de lo real y me pierdo y me encuentro y me reconozco sin vergüenza en la contradicción de esta bendita existencia nuestra.

Martina Miravalles

DNI 16.740.841