Miércoles, 9 de enero de 2013 | Hoy
CIENCIA › DIáLOGO CON ISABEL ALICIA LüTHY, DOCTORA EN QUíMICA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS EXACTAS, UBA
Una droga llamada rauwolscina disminuye el crecimiento de los tumores en ratones. Aún no se usa en humanos y, a pesar de que sus efectos secundarios parecen menores, todavía hay que seguir experimentando.
Por Leonardo Moledo
–Cuénteme qué es lo que investiga...
–Primero le voy a decir una cosa. Yo hice la secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires y luego seguí mis estudios en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Mi sueldo y el de mis becarias los paga el Conicet, y los subsidios los paga el Estado. Eso hizo que eligiera un tema en el cual pueda devolverle a la gente algo de lo que se me está dando.
–Y usted dirige un laboratorio...
–Sí, el laboratorio de hormonas y cáncer.
–¿Y qué hace allí?
–Tenemos dos líneas de trabajo. Una es para encontrar modelos que sirvan para estudiar el cáncer de mama. En esos modelos lo que hicimos fue aislar líneas celulares de tumores de pacientes. En general, esas líneas se solían tomar de veinte años de cultivo, con lo cual eran muy lejanas al tumor actual de la paciente. Nosotros aislamos líneas nuevas, que se asemejan mucho más al cáncer verdadero de las pacientes. Las pusimos en ratones desnudos (que tienen una mutación que hace que puedan aceptar trasplantes de otra especie), lo cual permite estudiar un montón de efectos. Eso nos sirve como modelo.
–¿La otra línea?
–Estudiamos el efecto de adrenalina sobre las líneas celulares en cultivo sobre modelos experimentales en ratones. La pregunta base es: ¿qué provocan estas hormonas del estrés? La idea que tenemos es que el estrés que le produce el diagnóstico a una paciente pueda ser inhibido por determinadas sustancias. El diagnóstico produce estrés: nosotros lo que queremos es tratar de anular el estrés con drogas que inhiban específicamente el crecimiento tumoral. Las hormonas del estrés se unen a nueve receptores distintos (proteínas que están en la membrana de la célula). Hay algunos que tienen funciones totalmente contrapuestas: por ejemplo, en el corazón hay algunos que estimulan la contracción del músculo cardíaco y otros que la inhiben, etcétera. Nosotros estamos estudiando distintos receptores. Nuestro grupo describió por primera vez los receptores alfa 2 adrenérgicos en cáncer de mama. Hace poco describimos que esos receptores están asociados no sólo a un aumento del crecimiento de las células en cultivo, sino también del crecimiento tumoral en ratones. Y encontramos que una droga, que se llama rauwolscina (que se usa en ratones desde hace muchos años, pero aún no en humanos) disminuye mucho el crecimiento de los tumores en ratones.
–¿Y qué es lo que ustedes están buscando?
–Bueno, las células tumorales se dividen sin control. Nosotros estamos tratando de ver cómo se puede hacer para parar eso.
–Pero hay dos maneras de hacerlo. Una es buscar las causas de la división. Y otra es tratar de buscar, aunque uno no sepa la causa de la división, algún fármaco que sirva para detener eso, aunque no se sepa bien cómo funciona el mecanismo.
–Lo nuestro va más bien por el lado de la farmacología. Estamos estudiando, también, cómo esa adrenalina a través del receptor hace toda su función biológica. Esa es otra de las líneas: cómo ocurren las señales intracelularmente. Mi idea es que en general la señalización es redundante. Que es muy difícil parar una vía de señalización porque, si se la para, se busca otra. Lo que creo (y ésta es una hipótesis) es que va a haber que atacar desde diferentes puntos a las células tumorales. Sobre todo en el cáncer de mama, que responde a cualquier hormona y factor de crecimiento que se haya descripto. Es muy difícil, entonces, frenarlo con una sola droga.
–Cuando habla de señalización, ¿qué está diciendo?
–La adrenalina no entra en realidad, tiene el receptor en la membrana. Ese receptor se une a otras proteínas (las G) que estimulan a una enzima, que libera una molécula pequeña que ingresa a la célula y estimula otros mecanismos.
–¿Podría ser que el cáncer se debiera a una causa única (por ejemplo, cierta información trastrocada en el ADN de la célula) o piensa más bien que es un conjunto de cosas?
–Yo creo que es un conjunto, y un conjunto grande. Hay muchísimos genes alterados, lo que pasa es que no podemos saber si esa alteración es causa o consecuencia. Hay gente que piensa que es el tejido entero, y no la célula tumoral, lo que está dañado. Ahora se está tomando muy en cuenta todo el entorno de la célula tumoral. Es bastante complejo el tema.
–¿Hace falta un Pasteur o algo por el estilo?
–Yo creo más bien en una comunidad que va resolviendo de a poquito las cosas.
–El problema es que desde hace tiempo se está más o menos en lo mismo, ¿no?
–Más o menos. En tratamiento y en conocimiento causal, no se ha avanzado demasiado. Uno de los grandes problemas que hay para el estudio es que la célula tumoral se divide sin responder a muchas cosas y cambiando permanentemente su genoma. Las vacunas, en parte, no funcionan por eso: uno dirige la vacuna a determinado antígeno, pero ese antígeno puede dejar de aparecer. Ahora se está considerando el tema de las stem cells...
–¿Cómo es eso?
–Son las llamadas células troncales del cáncer, y se piensa que esas son las que van a generar todo el tumor.
–¿Y de dónde salen?
–No está muy claro. Lo más probable es que sean mutaciones de células troncales normales que tiene la mama. Esa es una de las teorías que más se están considerando ahora en el cáncer. La otra teoría es la de selección de distintas células que tienen mutaciones.
–¿Cómo es eso?
–Van habiendo mutaciones, las células se dividen y (en un sentido darwiniano) sobreviven las que son capaces de soportar al sistema inmune y a todas las terapias con las que uno intenta atacarlo.
–Es angustiante todo esto, porque da la sensación de estar en un frente de batalla donde no se sabe bien quién es el enemigo.
–El problema es que el enemigo se disfraza y cambia, por eso hay tantos grupos trabajando en esto y se percibe tan poco avance.
–¿Y hay algún mensaje esperanzador?
–Bueno, hay mucha gente que está trabajando en esto y el tema tarde o temprano se va a resolver. Lo que yo recomiendo es, por supuesto, que todo el mundo se haga los estudios preventivos.
–¿Se cura el cáncer de mama?
–Como le decía: en realidad, lo que hay que hacer es hacerse las mamografías, las ecografías y pescarlo temprano. Una vez que el cáncer metastatizó, es mucho más difícil. Es, de todos modos, uno de los cánceres más benignos. Después de cinco años el 75 por ciento de las pacientes están vivas y bien, hay otros que son mucho más agresivos.
–¿Cuál es su fantasía? ¿Qué es lo que espera de su trabajo?
–Hasta ahora lo que encontramos es que hay una droga que prácticamente no tiene efectos secundarios y que podría servir para mejorar los tratamientos. Lo que yo quiero, claramente, es poder mejorar el tratamiento de las pacientes.
–¿Por qué no se prueba?
–No sé. Ahora tengo que comunicarme con la gente que tiene la patente.
–¿Cómo funciona ese fármaco?
–La rawolscina se pega al receptor, lo inhibe y genera un efecto agonista inverso. Es decir: inhibe por debajo del crecimiento que hay sin ninguna droga. No sólo inhibe a una agonista (la adrenalina, por ejemplo), sino que inhibe por debajo del control que no tiene tratamiento. Estos receptores tienen otro problema, que es que en ausencia de cualquier hormona tienen una acción basal (hacen crecer a las células sin drogas). Esta droga, como cualquier agonista inverso, lo mantiene en estado inactivo.
–¿Y qué hace sobre una célula sana?
–Tiene algunos efectos, pero muy pocos. Es un efecto estimulatorio. Los ratones están más nerviosos.
–Le diré que es uno de los diálogos más difíciles que he tenido. En gran parte, por el terror que produce el cáncer en la gente...
–Que es lógico. Lo que yo quisiera, en realidad, es que no se generasen falsas expectativas con esto. Sobre todo, porque la droga que estamos estudiando todavía no está aceptada.
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