CONTRATAPA

El lío en Roma

 Por Sandra Russo

Si por la ventana que uno abre lo único que se ve son los ecos del coloquio de IDEA, se mira muy poco. Esa reunión empresarial que abrió cebada por Miguel Blanco con su sentencia del “modelo agotado”, y que terminó en el stand up medio alocado del abogado Sabsay, dejó planteado el núcleo duro del discurso del “odio conveniente”. Ellos son los titulares de ese odio, bajo el que subyace el aborrecible techo a su propia rentabilidad, pero para hacerlo efectivo, convenientemente efectivo, necesitan esparcirlo como espuma de Carnaval. El reclamo por el título de abogada de la Presidenta –o mejor dicho, el revival del reclamo– no es inocente. Su esqueleto es el presunto delito que invocan, el de “usurpación de título”. Lo que sienten, expresan, denuncian y pretenden es tener a mano un argumento que les permita esgrimir que la Presidenta ha usurpado el poder. Hacia allí se inclina la derecha restauradora de los ’80, a la que le resulta muy complicado volver a engañar a millones de personas con las recetas de ajuste y devaluación. Esos sectores, que son los que siempre tuvieron la sartén por el mango, quieren recomenzar un camino de concentración de riqueza, destinado al uno por ciento de la población. Lo demás es pura espuma, pomo y Sabsay desmelenado planeando su fuga tras la persecución “del régimen”.

El núcleo duro que promueve “el odio conveniente” no es un fenómeno argentino y ya ni siquiera regional. Es una carta de juego global, puesta en marcha por las innúmeras fundaciones y centros de pensamiento financiados por buitres, halcones y redimidos extremistas de derecha, a cuyo servicio están hoy los medios concentrados globales. Miren cómo Veja fue repartida gratis y adelantada dos días sólo para ensuciar a Dilma y a Lula sin darle tiempo al electorado a que escuchara las desmentidas del denunciante de esa nota. El problema nunca fue el gobierno argentino contra Clarín. El problema son los medios concentrados al servicio del capital concentrado, cuando una democracia no se inclina ni acepta sus convites de corrupción. O quiénes son, si no ellos, los grandes corruptores de la política.

Si este modelo de sustitución de importaciones y de impulso al mercado interno está en problemas de diversa índole, cabe buscarle soluciones y el diálogo tiene sentido. Pero si “está agotado”, de eso se desprende que lo que se propone es cambiar de modelo. El gran problema es que, si se mira el mundo, no hay ningún otro modelo aplicable que no sea el que la semana pasada, en Gran Bretaña, provocó que el Lloyd’s Bank despidiera a 9000 empleados, en una de las zonas presumiblemente “protegidas” de ese modelo de endeudamiento externo que aquí reclama el empresariado sobre el que editorializa y al que apoya La Nación.

Estuve unos días en España y pude sentir la tensión general de zozobra, y eso que para ese entonces había estallado el escándalo de las “tarjetas opacas” con las que dirigentes políticos de los dos principales partidos y notorios gremialistas habían hecho gastos inexplicables con fondos explicables sólo por corrupción, pero todavía no se habían llevado a cabo las decenas de detenciones que tuvieron lugar esta semana, también por hechos de corrupción y por las que el presidente Rajoy pidió perdón. Con el perdón no alcanza. Saben que están entregando su país a las garras de los mil demonios, pero insisten con “lo inevitable” de dejar contentos a los bancos. A la salida de Madrid, camino a Barajas, se yerguen algunos de los enormes edificios construidos en los últimos años bajo el hechizo de la burbuja inmobiliaria, una estafa especulativa calcada de la que estalló en 2009 en Estados Unidos, y pese al calco, hubo miles de incautos que sacaron sus créditos impagables. ¿Los grandes medios no tenían especialistas económicos que leyeran ese calco y que advirtieran a los ciudadanos españoles que estaban cayendo en una trampa? ¿Cómo es que esas estafas a las clases medias y las clases bajas no son señaladas, desmontadas y explicadas a la ciudadanía? Esos son los edificios que están comprando los buitres.

Mientras tanto, este martes, en el Vaticano, tuvo lugar “una jornada histórica”, en palabras de Ignacio Ramonet. Por primera vez, un papa llamó a Roma a los principales dirigentes de los movimientos populares latinoamericanos que desde hace décadas luchan contra el neoliberalismo y la exclusión. Tras repasar algunos tramos de los discursos del papa Francisco y del presidente Evo Morales –que no fue al encuentro en tanto presidente, sino como dirigente popular–, Ramonet concluye que “el sentimiento general de los participantes, en este inédito encuentro, es que estas dos intervenciones confirman el liderazgo político y moral, a escala internacional, del presidente Evo Morales, y el nuevo rol histórico del papa Francisco, como abanderado solidario de las luchas de los pobres de América latina y de los marginados del mundo”.

En efecto, el Papa avanza por senderos imprevistos, y profundiza su involucramiento al punto tal de que, en lo simbólico, esa duplicación de fuerzas entre el obispo de Roma, al que los pueblos originarios latinoamericanos tienen aún mil reclamos que hacerle, y el primer mandatario originario de la región necesita más lectura. Esa duplicación de fuerzas es necesaria, porque el embate del capital salvaje está a las puertas de cada gobierno popular de esta parte del mundo, y listo para carroñear en donde sea. En su discurso del martes, el Papa fue taxativo: “En los países de Europa, y éstas sí son estadísticas muy claras, acá en Italia se pasó un poquitito del 40 por ciento de jóvenes desocupados. Ya saben lo que significa el 40 por ciento de jóvenes, toda una generación; anular a toda una generación para mantener el equilibrio. En otro país de Europa está pasando el 50 por ciento, y en ese mismo país, en el sur, está pasando el 60 por ciento. Son cifras claras, óseas, del descarte. Descarte de niños, descarte de ancianos que no producen, y tenemos que sacrificar una generación de jóvenes para poder reequilibrar un sistema en el cual en el centro está el dios dinero y no la persona humana”. Luego se dirigió a la asistencia, todos luchadores de varias generaciones, entre ellos unos de los pioneros, los Sin Tierra de Brasil. “Ustedes –dijo hablándoles a todos–, con su búsqueda, con su solidaridad, con su trabajo comunitario, con su economía popular, lo han logrado y lo están logrando. Y déjenme decírselo, eso, además de trabajo, es poesía. Gracias. Aquí hay cartoneros, recicladores, vendedores ambulantes, costureros, artesanos, pescadores, campesinos, constructores, mineros, obreros de empresas recuperadas, todo tipo de cooperativistas y trabajadores de oficios populares que están excluidos de los derechos laborales, a los que se les niega la posibilidad de sindicalizarse y que no tienen un ingreso adecuado y estable. Hoy quiero unir mi voz a la suya y acompañarlos en su lucha.”

Evo, por su parte, después de asociar su Pachamama con la Hermana Tierra de San Francisco de Asís, de la que se acababa de enterar, fue al hueso de la cuestión política planteada en el encuentro. Interpeló a los propios. “Yo quiero decirles qué importante es la unidad. Unidad por la dignidad, para corregir las profundas asimetrías que hay entre familia y familia, en mi país yo diría entre departamento y departamento, y de continente a continente. Si no hay unidad, no se pueden lograr transformaciones muy profundas. Pero yo quiero compartir nuestra experiencia (...). Quiero decirles que se puede luchar no sólo sindicalmente o socialmente, que se puede luchar electoralmente.” Ese es el gran lío que tiene a tantos tan agitados. Que en los territorios destinados al saqueo, los destinados a saqueados se organicen electoralmente. Que compitan y que ganen.

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